En la casa de los sueños
A parte de ser una crónica de una relación terrorífica, de maltrato físico y psicológico, el libro es una reflexión muy esclarecedora en torno a la violencia doméstica dentro del la comunidad ‘queer’.
A parte de ser una crónica de una relación terrorífica, de maltrato físico y psicológico, el libro es una reflexión muy esclarecedora en torno a la violencia doméstica dentro del la comunidad ‘queer’.
La novela recrea la supuesta vida de la madre del autor en esa época, en un Londres donde los jonkis tienen aún glamour y todo el mundo venía de pequeñas poblaciones con la idea de que ahí se estaba creando una nueva forma de vivir.
Es una novela de crecimiento, de iniciación sentimental, de amistad torpe y tóxica, de necesidad de pertenecer.
¿Qué hace falta para que aceptemos a alguien como uno de nuestro país? ¿Qué hace falta para que uno se sienta de ese país? Y si luchamos por la independencia del país, ¿a quién consideraremos invasor?
Un verdor terrible logra que los descubrimientos científicos más importantes del siglo veinte se conviertan en historias de destrucción personal, rendiciones e iluminaciones más cerca de la locura que de los números.
Este libro trasciende lo que a priori parece contar y acaba haciendo una denuncia de aquello en lo que se convierte una sociedad incapaz de empatizar con el que sufre.
Unas pocas páginas sirven para ver que la escritora no se acomoda y de nuevo se atreve con un estilo exigente, con una estructura fragmentada, quizá sabiendo que le esperan lectores deseosos de aceptar de nuevo su desafío.
En un tiempo en el que la diferencia entre ensayo y narración es muy fina y la autoficción es el pan de cada día, estos dos libros tienen tanto o más de materia literaria que de pretensión de ensayo absoluto.
Escrito durante 1938 y 1939, cuando la agitación del mundo era cada vez más violenta, Nacimiento y muerte del ama de casa es todo un viaje a la piel de una época.
Y la música que produce la prosa suena, cambia de ritmo, se acelera y se templa, pero nunca desafina y nos deja como a él, con ganas de huir de los aplausos, cerrar los ojos y detenernos emocionados.