Infocracia
Todo en el libro es un destilado imposible de ser resumido. Cada párrafo es un corte de bisturí preciso y necesario.
Todo en el libro es un destilado imposible de ser resumido. Cada párrafo es un corte de bisturí preciso y necesario.
Me gusta porque el libro es tan bueno, que si hubiera hilado sus capítulos aunque fuera con grapas, tendríamos a nuestra Solnit, a nuestra Vivian Gornick, a nuestra Jenny Odell.
Jenny Odell debuta como escritora con este libro lleno de observaciones, paseos y pensamientos, estudios tecnológicos, ecológicos, utopías y miradas comprensivas al pasado.
A través de teorías filosóficas de pensadores y pensadoras como Eva Illouz, Slavoj Žižek, Erich Fromm o Søren Kierkegaard, Strömquist teje un mapa muy esclarecedor sobre el fin del amor y sus consecuencias a todos los niveles.
Los géneros se corrompen y se entremezclan, dejando un reguero de historias y personajes que sólo los escritores con talento son capaces de hilvanar sin que salten las costuras.
Un estudio de las paradojas de nuestro primer mundo, agobiado y victimista, que da la espalda al resto de mundos, los que realmente tienen razones para sentir que algo nos está pasando.
En un tiempo en el que la diferencia entre ensayo y narración es muy fina y la autoficción es el pan de cada día, estos dos libros tienen tanto o más de materia literaria que de pretensión de ensayo absoluto.
No es un libro más sobre las adicciones. Su autora podría escribir un mundo sentada a oscuras en un armario lleno de botellas. Lo ha hecho. Tiene una prosa dura y brutal y una sensibilidad que corta y hace daño.
Un ensayo de aristas autobiográficas que aborda ese deporte tan sano que es el de irse a dormir después de comer
Por eso la visita a las librerías es insustituible. Porque las redes saben demasiado de nosotros. Y la única manera de salir de nuestra burbuja es dejarse sorprender por una portada, por un autor, una frase, por una anguila.