El ala izquierda

IMG_20180815_135711El ala izquierda. Cegador I

Mircea Cartarescu

Traducción del rumano de Marian Ochoa de Eribe

Impedimenta, 2018

Cuando nos enviaron las galeradas de este libro para disfrutarlo en las vacaciones veraniegas, nos propusimos no sacar la reseña hasta que el libro no llevara un tiempo en las librerías.

La razón es que creemos que lo único que puede correr en contra de la literatura de Cartarescu son las falsas expectativas. Estamos hablando de uno de los escritores más singulares y libres de Europa y disfrutamos tanto de este éxito conseguido con Solenoide, como todos los que habían disfrutado asombrados de esta y sus anteriores obras.

Pero al éxito, y más en nuestro país, siempre le espera la caída, y no queremos colaborar en ella. Porque El ala izquierda es una obra impresionante, tan buena como la incomparable Solenoide, y nada nos puede poner los dientes más largos que pensar que es la primera entrega de una trilogía. Pero también sabemos que la grafomanía de este autor, la relativa exigencia de la lectura de sus libros totalmente compensada por el siempre sorprendente placer de su lectura atenta, puede llegar a suponer una cierta saturación que haga que las plumas se vuelvan en su contra, y eso no sería justo.

Cada libro es una maravilla. Que no sea para todo tipo de lectores (que habría que discutirlo) no le desmerece, de hecho al autor, ni le importa, habiendo construido su obra al calor del fracaso comercial y la sospecha de la crítica. Se declara él mismo un fanático de los libros ilegibles y declara que su obra ideal debería durar toda su vida, lo que le emparenta conceptualmente con el breve Modiano que dice en cada presentación de una novedad, sin que nadie parezca escucharle, que lleva años escribiendo el mismo libro. Los libros de Cartarescu podrían leerse en un solo infinito tomo o, como ya se probó a hacer, podrían editarse en pequeños volúmenes que recogieran las narraciones sobre cada uno de sus maravillosos y enigmáticos personajes, o sus libres digresiones sobre entomología, teorías físicas o enigmáticas divagaciones sobre geografías inventadas de su Bucarest o de cualquier otro paisaje que reciba la atenta mirada de su tercer ojo.

En una entrevista en La Vanguardia, de las pocas que consiguen aportar algo de calidad y verdad sobre el autor y su obra, declara que esta trilogía la ha escrito a mano sin corregir una sola coma. Está claro que Cartarescu tiene un mundo dentro y que su escritura consigue reflejar la variedad y libertad con las que su mente juega a mirar el mundo de una forma absolutamente singular. No lo dejes, busca el momento y la época. Como otros grandes escritores necesita el momento adecuado pero merece, y mucho, la pena.

Para teminar con una reseña que solo busca dar razones y animar a leer, hay que señalar que cuando uno lee a Cartarescu ama el valor de una buena traducción, y empequeñece esa lectura en lenguas que no dominamos creídos como estamos que todo es utilitarismo, que en esta cultura del yo es mejor traducir por uno mismo que leer la interpretación de un experto. Pues no, vivan las traducciones como las Marian Ochoa de Eribe

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