Trilogía de la pasión
Tres novelas, tres monólogos frenéticos que buscan la no-réplica, la incontinencia de pensamientos y deseos inimaginables en lo normativo.
Tres novelas, tres monólogos frenéticos que buscan la no-réplica, la incontinencia de pensamientos y deseos inimaginables en lo normativo.
Un libro que por su brevedad, puede engañar, pues hay en él, como en el mejor Vila-Matas, muchas vidas escondidas.
Un libro muy corto sobre un aliento muy largo.
Con tan solo 19 años, Mariana ya sabía cuál era su voz, su identidad literaria y creaba personajes creíbles y muy bien definidos.
Jonathan Coe consigue en esta novela canalizar su propio humor irónico presentándonos la figura de un Billy Wilder trágico pero divertido, rechazado por todos y preocupado por la nueva generación de cineastas, «los niños con barba», como Scorsese y Spielberg.
A parte de ser una crónica de una relación terrorífica, de maltrato físico y psicológico, el libro es una reflexión muy esclarecedora en torno a la violencia doméstica dentro del la comunidad ‘queer’.
Es buenísimo Saldaña, no puedo decir por qué, pero quiero salir por las mañanas a una azotea con él y dejar que, como si fuera un halcón amaestrado, vuele para traerme historias que pueda leer sin criterio.
Un verdor terrible logra que los descubrimientos científicos más importantes del siglo veinte se conviertan en historias de destrucción personal, rendiciones e iluminaciones más cerca de la locura que de los números.
También con ‘Las gratitudes’ De Vigan nos pone frente a un espejo que nos devuelve un reflejo incómodo, aunque quizá más amable que en la novela anterior.
Y la música que produce la prosa suena, cambia de ritmo, se acelera y se templa, pero nunca desafina y nos deja como a él, con ganas de huir de los aplausos, cerrar los ojos y detenernos emocionados.