La huella de los días
No es un libro más sobre las adicciones. Su autora podría escribir un mundo sentada a oscuras en un armario lleno de botellas. Lo ha hecho. Tiene una prosa dura y brutal y una sensibilidad que corta y hace daño.
No es un libro más sobre las adicciones. Su autora podría escribir un mundo sentada a oscuras en un armario lleno de botellas. Lo ha hecho. Tiene una prosa dura y brutal y una sensibilidad que corta y hace daño.
Un ensayo de aristas autobiográficas que aborda ese deporte tan sano que es el de irse a dormir después de comer
Moser escribe un libro donde todo se convierte en los tiempos más agitados, acordes con la visión y los extremos de Sontag.
Un realismo existencialista en el que se reflejan las pulsiones naturales de búsqueda de la felicidad con la capacidad destructiva y autodestructiva que todos llevamos dentro.
Adentrarse en la lectura del libro de Jean Stein es disfrutar del privilegio de hablar con familiares y amigos de los pioneros de Hollywood.
Una prosa delicada da forma a la novela intercalando los pasajes más trágicos con otros llenos de emotividad, cuidando con mimo la historia como se cuidan las cosas que más nos importan.
Somos una imagen particular de una foto colectiva, quizás un recorte de una figura en un posado con millones de otros que eran en cierto modo como nosotros.
Ahora me rindo y eso es todo Álvaro Enrigue Anagrama, 2018 «La última hora de intimidad con el otro siempre parece otra en la línea: un episodio repetible y sin consecuencias. Nunca nadie piensa que esa fue la última vez que se bebió esa saliva ni que lo que sigue es extrañar hasta la muerte…
Michèle Bernstein (París, 1932) hace un retrato de su vida, de su pareja, de sus amigos, de sus amantes, de su ciudad, a través de la forma de mirar que te da la juventud. Una visión que sabes que no volverás a tener, y que aunque mira más hacia uno mismo, está despierta y recibe todo lo que viene de fuera.
Me gustaba Sabino Méndez, como me gustaba Santiago Auserón o Enrique Bunbury -otra generación-, porque veía en su canciones un trabajo literario. Sus letras no eran meros chismes sentimentales, sino que había una preocupación estilística, lírica.