Cosas pequeñas como esas
Claire Keegan
Con traducción de Jorge Fondebrider
Eterna Cadencia, 2022


Dice el señor Riba, trasunto de Enrique Vila-Matas en Dublinesca, que en la feria de Guanajuato escuchó a Claire Keegan responder a un periodista: “Soy irlandesa. Escribo sobre familias disfuncionales, vidas miserables carentes de amor, enfermedad, vejez, el invierno, el clima gris, el aburrimiento y la lluvia”. En esta primera novela de la autora, la crueldad a la que alude e inundaba sus libros de relatos Tres luces, Recorre los campos azules y Antártida, todos publicados por Eterna Cadencia, se desplaza del sujeto y sus relaciones familiares al entorno.
Bill Furlong, protagonista de Cosas pequeñas como esas, es comerciante de carbón y leña en el pueblo de New Ross. No conoció a su padre y se pregunta constantemente por él; su madre murió cuando tan solo era un niño y fue adoptado por una viuda. Pero a pesar de arrastrar la orfandad hasta la vida adulta, unas duras condiciones de trabajo y una situación económica precaria, tiene con su mujer y sus cinco hijas una familia feliz. El trabajo le obliga a ausentarse la mayor parte del día de casa pero las visitas a clientes le proporcionan el ser testigo y casi guardián de las condiciones de vida de sus vecinos, cubrir “la responsabilidad moral” que siente por el prójimo. En una precaria existencia en la que su mujer le empuja a ocuparse solo de sus asuntos y no enemistarse con nadie, conoce por accidente a algunas niñas internas en la Lavandería de la Magdalena, institución dependiente de la Iglesia, de cuya vida existen muchas habladurías pero pocas certezas.
Esta temática violenta es expresada en el estilo sobrio al que nos tiene habituados la autora, cuya riqueza reside en la elección del lenguaje preciso y justo en cantidad, en la voz, delicadeza y profundidad con la que construye a sus personajes.
Raquel Francisco
