Da igual
Gente que ha perdido una guerra, que ha perdido sus casas, sus pueblos, que ha perdido la relación con sus padres, con sus hijos e hijas. Todos muy solos, muy derrotados, muy cansados y resignados.
Gente que ha perdido una guerra, que ha perdido sus casas, sus pueblos, que ha perdido la relación con sus padres, con sus hijos e hijas. Todos muy solos, muy derrotados, muy cansados y resignados.
Un viaje en el tiempo en el que el lector se ve enfrentado a dejar de huir y mirar a otro lado y hacer algo con la realidad que tenemos delante.
Y es que construimos nuestra identidad en base a los deseos, las limitaciones sociales y muchas veces, sobre las ascuas de lo que no nos gusta o hemos sufrido.
Ana Iris Simón hace un precioso homenaje a la tradición oral familiar, a esos relatos que crecemos escuchando a los abuelos, padres y tíos y que van cambiando según nosotros cambiamos.
Debe de ser por la época en la que vivimos, pero es singular la cantidad de novelas que tratan de la vida de gente idiota, simple, poco inspiradora.
Hilary Leichter debuta con esta novela inteligente, satírica y crítica sobre la precariedad de nuestro presente, sobre el agotamiento y la falta de oportunidades, de tiempo y de control.
Una novela que no deja de reflejar con hondura la vida única de los que han tenido que vivir en un mundo que cambiaba a una velocidad que impedía mantener lazos coherentes con el pasado.
Una novela donde el feminismo engrandece la perspectiva, que nos acerca a la intimidad de otros con una técnica invisible que al mismo tiempo dirige con mano firme una trama llena de color, detalles.
También con ‘Las gratitudes’ De Vigan nos pone frente a un espejo que nos devuelve un reflejo incómodo, aunque quizá más amable que en la novela anterior.
Escrita con sentido del humor y mucho mucho ritmo, Estado del malestar es una llamada de atención hacia todas y todos los que vivimos con el piloto automático activado, siempre queriendo abarcar más y más y más.