Santander, 1936
Una novela de gran profundidad, con una apariencia de cierta levedad, que se convierte en un estudio psicológico certero de una juventud, una ciudad, un país y toda una época.
Una novela de gran profundidad, con una apariencia de cierta levedad, que se convierte en un estudio psicológico certero de una juventud, una ciudad, un país y toda una época.
Publicado en 1967, supuso un sorprendente debut literario que hoy en día sigue poniendo de manifiesto el talento de uno de los nombres referentes de la cultura y las letras gallegas.
En el volumen, que embelesa e intimida, por sus más de ochocientas páginas, conviven crónicas, retratos, entrevistas, conferencias, fetichismo y confesiones varias.
Coel busca en sí misma los signos de lo que no le gusta y debe cambia y hacer cambiar en la sociedad. Es víctima de unos pero siempre se acaba encontrando como verdugo de otros.
Un novelón que sortea con inteligencia los saltos temporales y geográficos que sus protagonistas se ven obligados a dar mental y fisicamente.
Este libro es que está tan bien escrito que su carácter testimonial y su contenido ideológico quedan totalmente en un segundo plano.
En un alarde técnico Deborah Levy nos sumerge en un juego de miradas que son espejo y reflejo en el cerebro de Saúl.
Kim Hye-jin ha escrito una novela sobre la familia y la incomunicación, sobre el altruismo y la hospitalidad, sobre los prejuicios y la precariedad laboral.
Una novela gráfica perfilada con gran realismo y ternura gracias a los matices que aportan las maravillosas acuarelas de su autora.
Y no olvida el autor, por supuesto, que «el viaje más bello es la lectura». Una lectura tranquila y fructífera, abogando por ese elogio de la filosofía y de la lentitud de Nietzsche frente a la prisa y la velocidad.