Las gratitudes

Las gratitudes
Delphine de Vigan
Con traducción de Pablo Martín Sánchez
Anagrama, 2021

Hace dos años se publicaba en España Las lealtades, una novela con la que Delphine de Vigan nos dejaba una sensación incómoda ante algo a priori tan noble como puede ser mantener la lealtad a algo o alguien.

También con Las gratitudes De Vigan nos pone frente a un espejo que nos devuelve un reflejo incómodo, aunque quizá más amable que en la novela anterior.

Michka es una mujer mayor que empieza a tener dificultades para hablar. Las palabras no acuden a su cabeza cuando las busca, una afasia que va de la mano de una reducción de su autonomía y que acaba llevándola a una residencia. Allí acude a verla con frecuencia Marie, su joven vecina, en deuda con ella desde hace años. También Jérôme, el logopeda del centro, que intenta detener la fuga del lenguaje.

La novela avanza mientras la vida de Michka se escapa al ritmo que lo hacen las palabras que no encuentra. Consciente de ello, pelea infatigable por conservar aquellas que le permitan agradecer a los que le ayudaron, tiempo atrás, lo que hicieron por ella.
Mientras, su día a día se ordena en nuevas rutinas en un espacio donde las caricias y los abrazos parecen haberse esfumado.

“Reorganizarse.
Apañárselas.
No darle importancia.
No tener ya nada que perder”.

Unidos por la ausencia de las figuras paternas, los tres personajes son conscientes de la importancia de los lazos que se crean más allá del vínculo sanguíneo, de lo sólido de las relaciones que uno construye con la gente con la que tiene la suerte de cruzarse en el camino. De lo importante que son las palabras para poder dar las gracias.

Paula Fuertes

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