Ann Quin
Traducción de Axel Alonso Valle y Ce Santiago
Underwood y Malas Tierras, 2020

Han tenido que pasar más de 50 años para que la primera novela de Ann Quin llegue a nuestras manos y no se puede más que celebrar que Underwood y Malas Tierras se empeñaran en ello para que pudiéramos descubrir a esta escritora.
Berg, el personaje que da nombre a la novela, es un hombre de mediana edad dedicado a la venta de crecepelo. En realidad es un nombre falso que adopta para no ser descubierto. Ha decidido asesinar a su padre, desaparecido de su vida hace años, y para ello alquila la habitación de al lado de donde vive su progenitor con su joven amante.
Alojado pared con pared con la pareja, sus dos mundos se irán mezclando según se esfuma el fino tabique que les separa. Tanto se mezclan que en ocasiones cuesta separarlos y el enredo va creciendo en intensidad a la vez que lo hace el interés de la historia, mezclando situaciones rocambolescas con monólogos en soledad.
Con un humor muy personal, Quin nos mantiene pendientes de las intenciones del protagonista que va retrasando el momento crucial entre indeciso y curioso por seguir descifrando lo que sucede al otro lado, de donde llegan tantos gritos como gemidos. Mientras, tendrá que vérselas con la presencia constante de una madre sobreprotectora, con un muñeco de ventrílocuo y consigo mismo, lo que no resulta fácil cuando se arrastran algunos traumas.
Serpenteando por la historia de la novela llegamos al final con la esperanza de que pronto lleguen a nosotros el resto de libros de la autora.
Paula Fuertes