El agua que falta

El agua que falta
Noelia Pena – Caballo de Troya

Me equivoqué, como tantas otras veces. Lo digo por colocar en las estanterías de narrativa este artefacto que se desliza, sin complejos, por el ensayo, la poesía, la autobiografía, el aforismo o el axioma: «Mi cárcel conserva intactas sus ventanas.»(52). Es verdad que conforme avanzaba la lectura me decía, esta escritora tan joven -1981- tiene toda la pinta de venir de la filosofía, y en efecto, otra vez me había equivocado, donde se podía leer «Licenciada en Filosofía», yo me había pegado un resbalón de ojos y había leído, erróneamente,  en Filología.

La política, la filosofía, el cabreo ciudadano y la indignación son algunos de los asuntos que asoman, bajo la pátina de la confesión, en este libro. Su autora tensa con temple las palabras en el arco del civismo, piensa el mundo, los desmenuza y lo aborda desde la teoría pero con un afán renovador. Noelia Pena es crítica con el capitalismo, la gran bestia, viene de esa corriente de intelectuales en la que cree que es posible cambiar las cosas.  Para ella el lenguaje no es una mera intermediaria, reconoce sus límites para arrancarle la verdad a la realidad, pero entiende que tiene el poder de la transformación:

«Hacernos cargo del lenguaje de una forma que nos involucre y nos sintamos afectado significa exponerse. Dicha exposición no permite vuelta atrás; en ella dejamos de ser lo que éramos antes. Hablar y compartir la palabra, al igual que escribir y compartir lo que escribimos , son actos que nos transforman.»(97)

A la autora le preocupa el momento histórico que vivimos. En su discurso busca asir a ese pez escurridizo que es la realidad, lanzar puentes, estrechar las vías que separan al hombre del pensamiento, para que el lector no tenga la impresión de que se está hablando del sexo de los ángeles. El intento de buscar soluciones siempre tiene algo de fallido, pero ya es un éxito atreverse a preguntar, a cuestionarse el mundo que nos rodea.  También caben en este libros los saltos ensayísticos en el campo de la literatura, Pena tira de David Foster Wallace, uno de los mártires de la post modernidad. Su voz propia, a veces poética, otras no tanto, le dan a El agua que falta un ritmo, una consistencia que te lleva, casi sin enterarte, hasta el final.

David García

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