Llévame a casa
Jesús Carrasco
Seix Barral, 2021


Debe de ser por la época en la que vivimos, pero es singular la cantidad de novelas que tratan de la vida de gente idiota, simple, poco inspiradora.
La falta de empatía, el egoísmo permanentemente llorica, la evasión de la responsabilidad parecen definir a estos personajes de nuestra literatura. Y seguramente representan la sociedad en la que se generan y lo hacen con perspicacia.
Juan se ha ido de la tierra que le vio nacer pero no parece que tuviera claro para qué, sino solo para poder contar que ha salido. Cuando vuelve, se encuentra las relaciones y obligaciones de las que pretendió escapar y las acoge con la misma inmadurez y falta de reflexión.
Así uno puede seguir diciendo que la vida le debe algo siempre, que las cosas deberían haberle salido mejor. Pero parece como una vida en la que los agujeros son tantos que no hay manos para tapar el vacío que entra por ellos. Y al final, uno acaba siendo justamente quien no quería ser, pero sin el heroísmo de los que lo hicieron antes con consciencia y generosidad.
