La guerra no tiene rostro de mujer – Svetlana Alexiévich – Debate
Cuando Svetlana Alexiévich (Ucrania, 1948) era niña, escuchaba a su abuela materna contar historias sobre las hambrunas provocadas por el estalinismo y sobre las calamidades que pasaron en la II Guerra Mundial. Las mujeres se reunían en las cocinas y dejaban sobre la fría la tarde un sin fín de historias que calaron en la joven Svetlana. Imágenes como la de un mercado lleno de tullidos a los que la policía dispersaba con las porras quedaron grabadas en las memoria de la futura Premio Nobel que no entendía bien el porqué de esa situación. Por un lado, la formación académica y oficilista. Y por el otro, a modo de contrapeso, una maraña de narraciones orales, vivas, espeluznantes, azarosas, necesarias. Aquello fue el comienzo de un largo proceso: el de entender y contar una historia paralela a la oficial del regimen soviético.
Con La guerra no tiene rostro de mujer (Debate, 2015), publicado en 1983, en la revista Octubre, censurado y llevado un par de años más tarde al teatro, la periodista inicia un ciclo artístico documental al que tituló Voces de la utopía. Cuenta Alexiévich que al leer Soy de una aldea en llamas, del escritor bielorruso A. Adamóvich, “mi maestro”, aclara ella, dió con el método y la forma para narrar una gran parte del siglo XX soviético. Para ello, la autora de Voces de Chernóbil (Siglo XXI, 2006) tuvo cientos de encuentros con mujeres que fueron a defender la patria y a morir por ella. Parte de estos encuentros son los que constituyen este artefacto difícilmente clasificable.
Este retrato polifónico y confesional recoje todos esos testimonios y y alumbra los oscuros de la historia, que son muchos. La escritora se reúne con algunas de las mujeres que estuvieron en el frente y aguarda el momento adecuado para atrapar las emociones que éstas vuelven a revivir. Cada una tiene su experiencia, cada una cuenta su guerra, matiza, enriquece, contradice y ofrece puntos de resistencia frente a la épica a la que nos tiene acostumbrado el discurso histórico masculino.
A través de entrevistas, charlas, encuentros, monólogos, retazos de recuerdos deshilachados por el tiempo, la Premio Nobel abruma al lector con la contundencia de los testimonios, lo satura de emoción con un montaje rítmico que rompe la línea temporal y muestra la realidad en crudo, lejos de tópicos. Este libro es un retrato del mal, además de mostrar las consecuencias perversas de un sistema capaz de reducir a la nada a la mujer. El absurdo, la barbarie y monstruosidad son también los otros protagonistas de esta guerra. Aunque La guerra no tiene rostro de mujer fue publicado hace más de 30 años, Alexiévich es una intelectual muy preocupada por la deriva actual que ha toma la antigua URSS, ahora en manos de Putin, y lo advierte.