Ritmo y temblor
Emilio Trigueros
La Umbría y la Solana, 2022


Esta es una novela realmente generosa que recuerda esa expresión más deportiva que literaria, la de “darlo todo”. Pretende abarcar la novela social con el relato del devenir de un pequeño pueblo costero no sólo en los relatos costumbristas de sus habitantes, sino en las consecuencias del desarrollismo y de la pala excavadora a golpe de pelotazo financiero. También da espacio al relato íntimo personal, con un trasunto en primera persona de los recuerdos de juventud que devienen sombras en la vida familiar presente, los amores que pudieron ser, las amistades que pasaron de largo, los otros yoes que nunca seremos. Y también deja espacio al relato narrativo que nos permite brujulear por la vida de artistas auténticos que nacen espontáneamente del entorno aficionado y para los que la industria tiene preparados el packaging perfecto que les lleve a convertirse en producto, o la alternativa de la subsistencia precaria de quien solo disfruta del arte, de la música, cuando le sale de dentro.
Entre medias, a modo de intuiciones de ensayos sobre el flamenco, la música pop, la corrosión del carácter a la que hacía siempre referencia Richard Sennett, capaz de tumbar en sombras de prostíbulos los afanes idealistas de cualquier joven que entrara al servicio de la multinacional financiera, el amor, la ausencia del él, la pérdida, la identidad perdida junto a la memoria.
Una narración que intenta dar orden al caos, que se lee de corrido porque los personajes principales tienen fondo y ternura al fin, que es lo que importa en una novela, por muy lejos que nos lleve y aunque parezca perdida en ocasiones. Con una celebración nostálgica llena de añoranza por la pérdida del potencial que todo tiene cuando nace, mientras crece, y que se va disolviendo desmigado en los días que vivimos: los sueños, los ideales, el amor y los afectos.
