Cuánto azul

de Percival Everett, con traducción del inglés de Javier Calvo para De Conatus, 2019

Es verdad que los anteriores libros de Percival Everett, X y No soy Sidney Poitier, ya nos descubrieron a un gran escritor, con sentido del humor, ritmo endiablado y una agudeza para la crítica social y oído para las cosas que nos pasan sin que nos demos cuenta. Pero también es verdad que eran difíciles, en cierto modo experimentales en la voz y el contenido, rabiosos y quizás esto condicionara su aceptación por un gran público.

En Cuánto azul hay la misma calidad, los mismos elementos de un autor genuino y diferente, pero un gran poso de madurez. El protagonista, un pintor afamado que realmente no quiere que su obra le trascienda, que en cierto modo duda de sí mismo por su éxito, vive un bloqueo artístico que es a la vez un bloqueo en su capacidad para relacionarse con el mundo. Un secreto, suceso acontecido años atrás y que ha mantenido oculto porque nunca ha sabido cómo contárselo a sí mismo, condiciona su vida y le lleva una vez tras otra a hacer cosas que en cierto modo no le son propias y a relacionarse con las personas sin posibilidad de transparencia, con un permanente velo de impostura.

La novela transcurre en tres planos temporales. El que desvela los hechos que influyen en el resto de su vida, su propia vida familiar y su última aventura personal en París que de nuevo le enfrenta a la imposibilidad de querer y dejarse querer. Cada plano tiene su voz y la novela es tejida con pulso y nos habla de cómo, a veces, no nos reconocemos en lo que hacemos y eso nos influye de manera incontrolable en el futuro.

Una excelente novela, esta sí disfrutable por un amplio espectro de lectores que seguramente sentirán curiosidad por sus anteriores libros, y esa facilidad suya para llevarte a aventuras increíbles, a la vez que te deja, entre líneas, sentir el volar de una mariposa, el peso de la lluvia o de una mirada fugaz.

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