El amor del revés – Luisgé Martín – Anagrama
En varias ocasiones el autor de este libro autobiográfico menciona a Lea Vélez y su teoría sobre las sesenta escenas con las que se debería poder narrar la vida de una persona. No las he contado, por lo que desconozco si Luisgé Martín ha seguido a rajatabla la propuestas de la escritora madrileña. Si algo queda claro es que El amor del revés es un libro valiente, sentimental, literario y vital donde las escenas se encadenan unas con otras con la identidad y la homosexualidad como epicentro.
El escritor madrileño comparte la obstinación autobiográfica de Michel Leiris y su Edad del hombre, a la cual hace mención: “Para lograr esa plenitud vital literaria, el escritor debe comportarse como se comporta el torero ante el toro: arriesgando su vida, exponiéndose a la cornada, corriendo el riesgo de que el lector encuentre en él lo vergonzoso o lo infame”. Y eso es lo que hace Martín, se toma al pie de la letra las palabras de Leiris y airea su vida personal, narra anhelos, miedos, complejos, derrotas, aciertos, intimidades, noviazgos, chismes, orgasmos y sodomías.
Es posible que contar las gamberradas de un homosexual español de clase media acomodada que vivió en los años los ochenta y los noventa a todo trapo en Madrid no sea algo nuevo. Pero en Literatura el cómo siempre ha sido más importante que el qué. Y es por eso que esta autobiografía sentimental -así la definen- se lee casi de un tirón. Si Luisgé entra en un tugurio de Chueca o si se relaciona con jovencitos a través de anuncios o si se inicia sexualmente en los sórdidos urinarios públicos es algo anecdótico. La profunidad de su experiencia y la forma de transmitirla la convierte inmediatamente en literatura. Si para el autor es liberador y catártico, para el lector, El amor del revés es un libro que muestra los titubeos, las inseguridades y los conflictos del ser humano.
La honestidad es la clave de este libro. Eso no quiere decir que la ficción no corra libre por sus páginas, y que todo se haya escrito tal y como fue. En la literatura del yo, tan importante es la imaginación como la memoria. Martín se recrea en su propia experiencia y reflexiona sobre su pasado. No es benevolente consigo mismo, todo lo contrario. Entomólogo de sus sentimientos, busca los porqués e indaga en ellos en un conmovedor ejercicio introspectivo.