Vivir
Anise Postel-Vinay – Errata Naturae
Desde luego no es el primer testimonio de un superviviente de los campos de concentración que se publica, ni es tampoco el primero que leemos en La Buena Vida, pero es imposible acostumbrarse a tanto horror y no seguir leyendo y releyendo mientras a una le sigue costando creer que aquella barbarie tuviera lugar.
En 1940, y según se precipitaban los hechos en París, Anise Postel-Vinay decidió no permanecer parada ante la amenaza alemana. Fue así como, con la ayuda de su madre, logró entrar en contacto con las redes de la Resistencia. En 1942 fue detenida y deportada al campo de concentración de Ravensbrück.
‘Vivir’ cuenta en primera persona las atrocidades que allí tuvieron que soportar Anise y sus compañeras, y cómo por encima del terrible día a día, asomaba, a veces con las fuerzas mermadas y otras pleno de energía, el empeño por seguir peleando y más aún, la solidaridad que les hacía estar pendientes unas de otras para salvar sus vidas. Cuidadas, camufladas o escondidas por sus compañeras, algunas consiguieron sobrevivir.
Aunque el relato quita el aliento por la brutalidad de los hechos, y hasta una aparta sin darse cuenta la vista del papel como si estuviera viendo una película y pudiera evitar contemplar una escena terrible, reconfortan las pequeñas victorias que ellas van consiguiendo en su lucha diaria.
El empeño no era sólo vivir, sino también registrar todas las muertes que se producían para poder informar a los familiares cuando aquello terminase y contarle al resto del mundo lo que había sucedido en ese rincón de Europa.
Estos hechos atroces demuestran que el ser humano es capaz de cosas inimaginables. El empeño de aquellos que, desmantelados los campos de concentración, intentaron hacer como si nunca hubiesen existido, también.
Paula Fuertes