
Joseph Campbell – Capitán Swing
Algunos libros me piden a gritos que les doble las esquinas, como si hablaran con mi yo del futuro y supieran que esas páginas me van a hacer, al menos, sonreír. Otros siguen con sus gritos y me piden que los subraye, apunte alguna casa o, cuando no se callan, me hacen llenarles todo de ojos como los que hacía Bolaño y doblan su grosor por todas las páginas marcadas.
He subrayado El poder del mito a tres colores porque en cada página había algo que me iluminaba y no quería que acabara como un libro tachado. A lo largo de sus ocho capítulos u episodios (cada uno transcribe las entrevistas que Bill Moyers hizo a Campbell y que se retransmitieron por televisión en 1988), Campbell sintetiza el trabajo de toda su vida con una pasión que contagia en cada página.
El mito es para Campbell una historia que condensa los ecos de lo que implica ser humano. Hablan de la sociedad, de la búsqueda interior, de la madurez, el amor y el sentido de la vida. Hablan desde el arte porque viven en las metáforas, se disfrazan en los dioses para entender lo que no podemos atisbar con nuestras herramientas kantianas: aquello que existe sin tiempo ni espacio.
Campbell, ya en la recta final de la vida, resume sus hallazgos y deja pistas de su recorrido vital: los años en los que se encerró a leer todo Joyce y Mann, su método de enseñanza que prefería iluminar la verdad interior más que aleccionar sobre materias o su progresivo viaje por la comprensión religiosa.
El poder del mito es un libro para compronder los puntales de la vida, su sentido y, sobre todo, la felicidad huyendo del camino y la palabra fácil. Si algo tiene claro Campbell, después de estudiar los mitos de un sinfín de culturas, es que convertirse en un ser pleno es aceptar el dolor, la frustración y la huella de la muerte de una forma plena, porque solo cuando se comprende lo que duele se puede abrir el sendero hacia la vida auténtica, la que es propia y que, como demuestran los mitos, puede ser conocida pero no dicha.
Pilar Torres