Primera sangre
Una levedad que es propia de ella y una perspicacia y naturalidad que nos reconcilia con este talento.
Una levedad que es propia de ella y una perspicacia y naturalidad que nos reconcilia con este talento.
Un coro de personajes que tratan de crear una vida alrededor de un instituto público en una de las barriadas convertidas en infravivienda y centro logístico de droga.
Igiaba Scego traza un mapa sin fronteras; o, más bien, un mapa donde las fronteras se diluyen dejando marcadas suaves líneas para dibujar la superficie de su identidad.
Una voz auténtica y de referencia que merece descubrirse hoy, que las voces de la autoficción y el testimonio parecen haber alcanzado niveles incluso de hartazgo.
Una novela de gran profundidad, con una apariencia de cierta levedad, que se convierte en un estudio psicológico certero de una juventud, una ciudad, un país y toda una época.
Publicado en 1967, supuso un sorprendente debut literario que hoy en día sigue poniendo de manifiesto el talento de uno de los nombres referentes de la cultura y las letras gallegas.
En el volumen, que embelesa e intimida, por sus más de ochocientas páginas, conviven crónicas, retratos, entrevistas, conferencias, fetichismo y confesiones varias.
Coel busca en sí misma los signos de lo que no le gusta y debe cambia y hacer cambiar en la sociedad. Es víctima de unos pero siempre se acaba encontrando como verdugo de otros.
Un novelón que sortea con inteligencia los saltos temporales y geográficos que sus protagonistas se ven obligados a dar mental y fisicamente.
Este libro es que está tan bien escrito que su carácter testimonial y su contenido ideológico quedan totalmente en un segundo plano.