Réstale importancia a la teoría

En Zona Reservada nos gusta mucho aprender cosas nuevas. Por eso también reflexionamos sobre la mejor manera de hacerlo.


La música se considera uno de los logros esenciales del ser humano; es parte de la rutina cotidiana de casi cualquier persona que viva en un ambiente mínimamente urbano, al igual que es objeto de estudio de los académicos más pedantes, *ejem* quiero decir, eruditos del mundo.

Entre ser melómano, solo escuchar la música, y ser músico, a nivel práctico y/o teórico, hay todo un mundo. Por eso, después de ir a clases de Lenguaje Musical durante un par de años, he aprendido que la música es un idioma infinitamente complejo, en parte porque al igual que la palabra, la nota musical puede ser mera comunicación o una herramienta para construir obras de arte enrevesadas.

Por eso digo lo siguiente: al interpretar y al componer, saber teoría no tiene importancia si lo que compones no te gusta o si eso no te ayuda a tocar mejor. De poco me sirve saber el patrón interválico del modo mixolidio si no sé pasar fluidamente de un simple Do Mayor a un Sol Mayor al tocar una guitarra o si aquello que compongo no suena como yo idealizaba en mi cabeza.

Cuando te enseñan modos, escalas y tonalidades, los ejercicios prácticos están enfocados a destacar los componentes claves de la teoría, lo que está muy bien para sacar buena nota en un examen, pero no para estimular la creatividad. En las cabezas de los artistas, ellos no están escuchando los acordes o las melodías o los ritmos con el filtro de son dominantes secundarios” o “son tritonos” o “está en diez por ocho”, sino con la mentalidad de “esto suena muy bien para mi gusto”.

Os pondré un ejemplo histórico para que os hagáis a la idea: el blues y el rock’n’roll, dos de los géneros musicales más transcendentales de la cultura moderna, surgieron como “trampas” según la teoría musical. Los primeros artistas de blues y rock, y sus derivados como skiffle y merseybeat, no eran graduados del conservatorio al igual que Wagner o Beethoven, eran personas de la clase obrera que sabían tocar un instrumento de forma chapucera pero con carisma. Entre sus usos frívolos de la guitarra, popularizaron una secuencia de acordes muy sencilla y funcional y le metieron séptimas a todos los acordes, un suplemento que da a un acorde riqueza. Esto no entraba en los esquemas de modos y tonalidades musicales, y sin embargo el rock’n’roll dominaría el siglo XX y sería el seno de artistas legendarios.

En definitiva, si alguna vez queréis aprender a tocar un instrumento, sabed que no hay reglas en la música, nada es absoluto. Si Sam Cooke compuso música excelente sin saber qué acordes formaban parte de la misma tonalidad y cuáles no, ¿acaso no podrías tú?

Óliver


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