Uno de los artículos de nuestro nuevo número está lleno de números, de idiomas sobre cifras y de búsquedas de infinitos y decimales.
La matemáticas son bonitas. Sí, lo sé. Probablemente la mayoría de las personas leyendo este artículo ahora mismo piensen que me pasa algo raro. Pero realmente, después de pasar años aprendiendo matemáticas he empezado a comprender qué es lo que las hace una cosa preciosa.
Seguro que muchos habéis oído alguna vez que las matemáticas son un idioma universal. En cualquier lugar del mundo una ecuación significa lo mismo que en el salón de tu casa. Eso quiere decir que una persona que tenga un alfabeto, una lengua y unas costumbres totalmente diferentes a las tuyas, incluso si desconoce la existencia de tu idioma y tu alfabeto, si sabe algo de matemáticas, entenderá dicha ecuación. Yo creo que es lo más parecido a un idioma y una forma de comunicación global que vamos a lograr en mucho tiempo.
Sin embargo, por muy curioso que sea esto, no es lo que a mis ojos hace tan bonitas las matemáticas. Y es que las matemáticas son un invento. Nada más que nada menos que un invento. Hace dos millones de años, había árboles, rocas, plantas, animales, agua…pero no había números. Nos los hemos inventado para que se ajusten a la realidad.
Imagina que hay un árbol enorme con un montón de ramas distintas de distintos tamaños y formas. Este árbol representa el mundo. Hace miles de años, alguien decidió que quería ponerle un jersey al árbol. Esa persona empezó a tejer un trozo de tela y a cubrir una pequeña parte del tronco. Y todas las generaciones de después hasta el día de hoy han ido tejiendo poquito a poquito más y más trocitos que iban cosiendo entre si. Los que tejieron para el tronco, no sabían lo alto que era el árbol ni cómo era por arriba. Pero con parches y paciencia empezaron a cubrir ramas y a seguir hacia arriba. De vez en cuando se encontraban con que una pieza tejida por alguien hacía mucho, no tenía el tamaño correcto, y tenían que descoserla para empezar a buscar otra que encajase. Hoy en día todavía nos queda mucho árbol por delante, pero hemos ido consiguiendo durante siglos algo que se parece un jersey que se ajusta un poco al árbol.
Bien, esta metáfora representa lo que a mi entender son las matemáticas. Pequeñas aportaciones de gente a lo largo de la historia que ni siquiera sabía cuanta profundidad podían a llegar a tener los números. Y todas esas aportaciones han tomado la forma que conocemos hoy en día porque ha habido ciertas ideas complejas e importantes, trozos de tejido más grandes, que las han dirigido en una dirección determinada.
Pero lo bonito de todo esto es que podíamos haber cogido direcciones distintas. Puede que a nadie se le hubiese ocurrido nunca el concepto de derivar y entonces habríamos desarrollado herramientas distintas para intentar seguir poniendo parches al árbol. Nos hemos inventado un modelo para intentar dar explicación a la realidad que conocemos, y de momento no nos ha ido mal. Pero todas esas cosas que parecen tan cruciales como el teorema de pitágoras, son en realidad ideas marcianas de alguien. Si a Pitágoras y Teano no se les hubiese ocurrido ese modelo geométrico, alguien se hubiese inventado otro que también se adaptaría a la realidad y que podría haber sido igual de fundamental. Sin embargo no conocemos ese teorema, igual que no conocemos los miles de canciones que se podría haber inventado la gente a lo largo de la historia si se les hubiesen ocurrido. En realidad, si lo pensamos bien es como escribir una saga de fantasía con todos sus personajes y conjuros, hay mil posibilidades.
Los idiomas también son un invento igual de grande. Sin embargo, lo que los diferencia de las matemáticas es que ellos pueden permitirse el lujo de no tener ninguna relación unos con otros, mientras que las matemáticas tienen que ser un acuerdo global para tener sentido. Tienen que ser universales aunque sean un invento. Al final los dos son ingenios surgidos de la misma necesidad de poder verbalizar el mundo. A lo que quiero llegar con todo esto, es que las matemáticas son infinitas, porque también lo es el mundo, y las matemáticas no son más que un intento de adaptarse a él y comprenderlo. Hay infinitas ideas y relaciones matemáticas por descubrir, igual que quedan libros por ser escritos y canciones por ser compuestas. Mientras sigamos pensando e intentando comprender, siempre habrá matemáticas. Puede que incluso algún día alguien decida que no le gusta como está quedando el jersey y decida empezar uno nuevo por su cuenta. Solo hace falta imaginación. Y a mi, eso me parece la historia interminable más bonita que jamás ha existido.
Celia Sánchez Pérez
Puedes participar en cualquiera de nuestras sesiones todos los sábados a las 17:00 en la librería.

Zona Reservada es una revista en papel hecha por y para jóvenes con las aportaciones que ellos mismos van creando. Podemos enviarte a casa el último número de la revista o puedes venir a por él en la librería.