Kjell Askildsen
Traducción del noruego de Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo
Nórdica, 2018
Menos mal que un poeta de paso por la librería, Juan Marqués, me dijo que Askildsen ya había sido publicado en España. Me puse a buscar y encontré aquellos volúmenes leídos con los títulos en Lengua de Trapo de Los perros de Tesalónica y Desde ahora te acompañaré a casa. Solo un librero daltónico e incapaz de recordar un nombre y una cara podía olvidar aquello, porque el impacto que me dejaron como lector no lo había olvidado y, claro, explicaba todo.
Porque estos cuentos que te sitúan en terreno sin tiempo ni localización (en la mayoría de los casos) y con personajes de los que habitualmente no sabemos ni el nombre, te dejan totalmente impactado. Una austeridad en el estilo mezclado con casi brutalidad afectiva, en la que los personajes se enfrentan a situaciones cotidianas en las que nada lo es, de aparente normalidad que esconde irreplicable individualidad, donde los diálogos no son la excusa fácil del escritor que no sabe narrar, sino un terreno de frases que se quedan en el aire y que te devuelven a un yo que intuiste en un vagón de metro, una estación, una cola de un autobús, un rapto de lucidez perceptiva.
Askildsen es un romántico al que no le gustan las palabras de amor, un conocedor de la psique humana que disfruta cuando los personajes se tuercen y hacen cosas que no estaban escritas, un narrador que se sorprende a sí mismo en una conversación aparentemente superficial encontrando la vuelta de tuerca que le muestra que todo aquello de lo estaba seguro no era lo que parecía, que no sabía nada y lo que sabía estaba equivocado, que las personas no son lo que parecen y nunca llegas a conocer realmente lo que piensan.
Sí, estos poemas son un libro imprescindible para disfrutar e ilustrarse a temporadas, para releer y siempre sorprenderte. Son cuentos, sí, pero que esconden novelas.