El hombre que estuvo allí

IMG_7906(1)El hombre que estuvo allí – George Plimpton – Contra

Hay muchas cosas que una universidad de periodismo no te puede dar, entre ellas está la agenda. George Plimpton (Nueva York, 1927-2003) se distingue por muchas cualidades, pero si algo tenía este escritor, periodista, editor literario, actor, aventurero y deportista ocasional era una agenda jugosa que parecía no tener fin, desde Ernest Hemingway a Norman Mailer, pasando por Warren Beatty y George Bush. Cuidado.

A Plimpton se le conoce por militar en el periodismo participativo.  No tuvo reparo -no digo miedo- en subirse al cuadrilátero y ponerse los guantes delante de Archie Moore,  campeón del mundo de los pesos semipesados. Como tampoco se lo pensó cuando lo aceptaron para jugar en la Liga Profesional de Fútbol Americano un partido de pretemporada. Y así. Pero no todo fue deporte, algo que apasionaba a Plimpton, también tocó el gong en la Filarmónica de Nueva York, un golpe seco y fuerte, que hizo que se relajara durante una semana de la tensión que llevaba acumulada. Aquella vibración dejó huella.

Con prosa fluida, este periodista convierte su propia experiencia en noticia. El acontecimiento recae sobre sus hombros, y subvierte esa contradicción de que el periodista no debe ser la materia prima de la información. Ahora  muchos lo hacen, Francisco Umbral se tomó un viagra y contó la experiencia, y en televisión se han visto algunos reporter@s  metiéndose en el pellejo del indigente o sometiéndose a alguna prueba voraz. No es nada nuevo, George Orwell  cuenta ese tipo de experiencias extremas en Sin blanca en París y Londres (Debate, 2015), era el año 1933, libro, por cierto, que recuperamos para el nuevo Club de Lectura.

El hombre que estuvo allí es una selección de los mejores reportajes y experiencias que el periodista tuvo a lo largo de su carrera. Si algo distingue  al polifacético reporter es la empatía y la capacidad para llevar al terreno de lo humano la historia, que se enriquece con las sensaciones que en ese momento vive el protagonista, ya sea de miedo, de alegría, de cansancio, de vergüenza o de una atroz responsabilidad por salir adelante. «Uno le dice al director sí, claro que saltaré de un avión, escalaré el K-2, pelearé contra el campeón del peso semipesado o lo que sea, y después de decir eso al director uno tiene que estar a la altura de la promesa», explica. Un día se puso frente a Diane Keaton y le sostuvo unas cuántas frases frente a cámara. O lo que es más temerario, en una cena jugó a atraparse el pulgar con Ernest Hemingway. Lo demás ya es historia del periodismo.

@cercodavid

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