Dice Peter Spier en las primeras páginas de este bonito libro que en el año 2050 seremos nada más y nada menos que 9,600,000,000 de personas en el planeta Tierra. Y todos diferentes.
De eso precisamente es de lo que nos habla a través de los dibujos acompañados de breves textos, de esas diferencias, porque cada uno de nosotros somos distintos a todos los demás. Según pasamos las páginas empezamos a ver la diversidad en los rasgos físicos: los ojos, la estatura, el color de la piel, el pelo, la nariz… A continuación repasamos las ropas que vestimos y las aficiones de las que disfrutamos en diferentes partes del mundo. A estas alturas del libro, los más pequeños de la casa ya habrán visto la gran variedad de seres humanos que existen.
Spier nos regala además pequeños catálogos de juegos tradicionales de diferentes partes del planeta, de construcciones en las que habitamos o de fiestas de las que disfrutamos, entre otras cosas. Pero no sólo eso, también nos habla de cómo lo que a unos hace felices a otros entristece, de las delicias culinarias de algunas zonas que en otros países ni se les ocurriría probar, de religiones, lenguas…
No le falta nada a este libro, que incluye también una pequeña crítica al sistema de rangos, grados y clases inventado por los hombres, y a los enfrentamientos causados precisamente por todo lo que nos cuenta, por nuestras diferencias.
Es muy extraño: algunas personas odian a otras porque no son como ellas. Porque son diferentes.
Olvidan que ellos también parecerían diferentes si se pudieran ver a través de los ojos de las otras personas.
En La Buena Vida coincidimos con lo que decía recientemente Isabella Rossellini en una conferencia teatral y que rescataba David Trueba en su columna de El País:
No estamos en el mundo para ser iguales a nadie ni competir con nadie, sino para festejar nuestra diferencia, nuestra diversidad como seres humanos.
Este libro es una buena forma de empezar cuanto antes con la celebración.