Francisco Umbral – Planeta
A finales de los años 50, dos grandes voces convivieron en la ciudad de León. Y digo dos voces y no dos hombres, como si aquellos vozarrones surgieran directamente de la radio de galena. Voces autónomas, algo oscuras, si no hondas, tejidas por una sensibilidad periodística hoy agotada. Una de las voces era la de Luis del Olmo. La otra, la de Francisco Umbral.
A finales de los años 50, dos grandes voces convivieron en la ciudad de León. Y digo dos voces y no dos hombres, como si aquellos vozarrones surgieran directamente de la radio de galena. Voces autónomas, algo oscuras, si no hondas, tejidas por una sensibilidad periodística hoy agotada. Una de las voces era la de Luis del Olmo. La otra, la de Francisco Umbral.
Aquel joven Umbral recién llegado de Valladolid ya tenía en su cabeza la cuadratura perfecta de la columna periodística. En el ránking de columnistas españoles, es posible que sólo César González Ruano y Manuel Alcántara hayan escrito, en prensa, más que él -Alcantara aún escribe su columna diaria desde Málaga, en el Rincón de la Victoria-. El escritor de Mortal y rosa(1975) acuchilló desde muy temprano los periódicos con su lirismo afilado hasta días antes de fallecer, en agosto de 2007.
En este libro, inédito hasta ahora, se recogen las columnas radiofónicas que el Premio Cervantes escribió para aquella radio de provincias dirigida por su primo, José Luis Pérez Perelétegui. Allí se fraguó el poeta que devino en periodista y escritor. Allí comenzó a vestir la bufanda que sería, también, seña de identidad.
Dividido en 3 partes, y por orden cronológico -abarca del año 58 al 61-, el lector encontrará los textos con las que Francsico Umbral daba las buenas noches a la ciudad, con tono salmódico. Personajes destacados de la epoca, genéricos profesionales como el aguador o el detective, arquetipos, instrumentos musicales, la propia ciudad o la fantasía son algunos de los protagonistas de sus columnas. Sin olvidar que él, o más bien ese personaje que construyó sobre su persona, es, como en toda su literatura, el más presente. El escritor madrileño cultivó, como pocos, las escrituras del yo. Umbral como centro de su obra. Piedra angular, egotismo, fascinación por ese hombre alto y delgado que le sostenía la mirada frente al espejo. Es una pena que no se conserven columnas radiofónicas, semi recitales, algo cimarrones y noctámbulos, forjado por una de las voces más personales de la literatura española del siglo XX.
(…)Esta noche, fantasía, quisiéramos volar contigo, dejar al sueño encerrado en casa con una esposa dormilona y tediosa, y desvariar a lo lejos entre las aspas giradoras de las estrellas. Esta noche las constelaciones tienen fugacidad de pirotecnia y la luna está en pecado mortal. Vamos a hacer la sombra más profunda y peligrosa, que hay borrachos y homicidas por las esquinas, violinistas dormidos en alcobas de intemperie y mujeres desnudas frente a la fuente pública…(134)
Original y umbraliano -lo mismo es-, en La Buena Vida queríamos destacar este libro que, aunque no fundamental en su obra, sí es un fogonazo limpio y certero, que esconde todo la poética que desarrollaría el escritor de Un ser de lejanías (2001) en su larga y fructífera carrera.
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