Tiempo de vida
Marcos Giralt Torrente – Anagrama
Cuando leía El olvido que seremos, llegué a pensar por momentos que Faciolince era un sentimentaloide sin pudor. Sólo por breves momentos. Leyendo Tiempo de vida he llegado a pensar, por momentos, que Marcos Giralt era un cabronazo resentido. Sólo por breves momentos. Pero lo que estos dos tipos sienten, es muy especial. Y eso no sería nada importante. Los programas de testimonio mejor en la tele. Lo que les hace a los dos brillantes y excepcionales es lo maravillosamenta bien escritos que están. Luego, simplemente te hacen llorar y te provocan un pudor tan brutal que abandonas la lectura como lo harías de un cuaderno diario robado. Y, sí, ninguno de los dos es lo que por momentos uno llega a pensar. Estos dos seres que escriben de sus padres de esta forma son dos personas con una sensibilidad única, una fragilidad extrema y, finalmente, dos escritorazos que han atravesado el río a lo bestia, por donde más fuerte corría la corriente. Tiempo de vida es un libro extraordinariamente conmovedor porque sabes que detrás de él hay tantas heridas como palabras y, lo que nos ocupa, nos descubre a un artista que estamos obligados a seguir.
Si ya es de por sí dolorosa la tarea de enfrentarse al abismo de la escritura, Marcos Giralt Torrente, en Tiempo de vida, se pone la escafandra y se sumerge en el tiempo para ajustar cuentas con sus sentimientos y con su padre recién fallecido, el pintor Juan Giralt.
Esta obra tiene arquitectura de confesionario. En ella, Giralt Torrente se deja atravesar por los recuerdos e hilvana con sensibildad y racionalidad, sin ceder espacio a la sensiblería, la relación que fraguó con la figura paterna.
Conforme avanza el libro; el odio; el rencor y las ausencias, tan sentidas por el autor, se van transformando en respeto, amor, comprensión y admiración, por un padre que si no estuvo como él hubiera querido en los momentos en los que él lo necesitó, si va a estar al final de sus días enderezando una relación que parecía que nunca iba a respirar.
Cuando no hay padre en el que guarecerse, las emociones y los sentimientos contrarios se disparan en todas las direcciones. En el caso de Marcos Giralt ha servido para que dejarnos un libro que merece la pena leer.