Las pequeñas virtudes
Natalia Ginzburg – Acantilado
Me encanta este libro. Eso es lo primero que puedo decir.
Natalia Ginzburg tiene una manera de escribir distinta a cualquier otra que yo haya conocido. Su voz es tan personal y auténtica, que parece como si no hubiera leído a nadie, aunque con total seguridad leyó muchísimo y fue una mujer muy culta.
Lo que pasa es que uno no está acostumbrado a tanta inocencia, la de los pensamientos propios, ni a tanta autenticidad a la hora de hablar de sí misma, de su profesión, de la maternidad, de la guerra o de su pareja, ni y a tan poco miedo a la verdad, en cada frase.
Diría que escribe con instinto e intuición, y que se pone toda ella en el asador una y otra vez en sus textos, y por eso hay una agradable ausencia de cinismo, hipocresía y aires de grandeza.
Este libro está formado por pequeños ensayos autobiográficos o cuentos poéticos según se mire. Tienen algo de experiencias vividas, pero sin exactitud ni nombres propios. Tienen algo de narrativa de ficción, pero alrededor de una idea poética que ha surgido en la vida real. No se, todo junto.
Hay tres que especialmente llaman mi atención y que son una muestra de esa diversidad de su forma de narrar. Uno es el que da nombre al volumen, “Las pequeñas virtudes”, que trata de la educación de los hijos y es el más teórico, aunque también autobiográfico. Natalia escribe sobre su propia experiencia como madre y da en pocas páginas los mejores consejos que yo he oído a la hora de inculcar en los niños amor por lo importante, por lo que les va a hacer bien amar.
El otro es “Los zapatos rotos”, que es mucho más poético que el anterior, a través del cual vemos una amistad preciosa y también una manera de habitar (y de pisar) el mundo.
El tercero que me gusta mucho es “Él y yo” y trata de la relación con su pareja, de todo lo distintos que son. Me encanta que su amor se deje ver a pesar de o justamente en los defectos mismos de uno y otro, en sus diferencias, en su incomprensión de los mundos tan distintos en los que viven, sin embargo, juntos.
No puedo decir nada más, porque todo lo que diga sobre esta escritora es poco e insulso comparado con leerla. Paula
Pingback: Nuestras calles | La Buena Vida – Café del Libro