Una pierna sin nombre

Cualquier detalle puede encerrar una gran historia. Solo tenemos que mirar con atención y desplegar nuestra curiosidad.


Ayer me encontré por la calle a un hombre al que le faltaba una pierna. No pude evitar mirar al sitio donde algo faltaba. Hasta que el hombre me dio una palmadita en la espalda y me dijo:
—¿Quieres qué te cuente lo que me pasó?
No dije nada, pero el hombre supo que sí quería, así es que empezó a hablar:
Me contó que él antes trabajaba en una mina no muy famosa. Era un trabajo en el que no pagaban mucho, pero él era feliz. Trabajaba con un amigo que conocía desde que eran pequeños y siempre habían sido buenos amigos, en la mina se ayudaban mutuamente y de vez en cuando hablaban un poco.

Pero como la mina no era muy famosa y de aquella mina no se sacaba mucho, los mineros se iban, y había más horas de trabajo, por lo que tenía menos tiempo para estar con su familia y el sueldo bajaba cada vez más y más. Los días iban pasando y la mina estaba cada vez en peor estado. Hasta que llegó un punto en el que la mina se derrumbó. Se derrumbó cuando los mineros estaban trabajando, entre ellos estaba él. Se encontraba
en la parte más profunda de la mina con Pepe, su amigo.

Todos los mineros corrieron hacia la salida, iban empujándose unos a otros,
porque querían salir fuera para poder estar a salvo. Del “techo” de la mina no paraban de caer piedras. Los que estaban cerca de la superficie salieron
los primeros . La ambulancia vino para atender a los heridos. Él y su amigo estaban a punto de salir, apenas les faltaban unos metros, cuando del “techo” calló una enorme piedra que le aplastó la pierna. Pepe intentaba apartar la piedra que le tenía atrapado. (Este es uno de esos momentos en los que no sabes qué hacer y tienes miedo a que pase algo malo, en este caso que mueras). El hombre le dijo a Pepe que se fuera que era mejor una muerte que dos. Pepe le prometió que de allí saldrían vivos, juntos. Luego el hombre se desmayó a causa de la sangre que estaba perdiendo, y
del dolor.

Cuando se despertó estaba en el hospital… y le faltaba una pierna. Delante
de él estaba Pepe, que en cuanto lo vió despierto puso una gran sonrisa y le dijo que lo habían conseguido. El hombre le preguntó qué había pasado pero Pepe no respondió, sólo sonrió.

Cuando terminó su historia me dijo:
—Ahora precisamente iba a ir a casa de mi hija, que es su cumpleaños.
Luego por primera vez en toda la charla dije:
—Que se lo pase bien con su familia. Encantada de conocerle.
—Igualmente.

Vi como se alejaba caminando con dificultad a falta de su pierna.
Me di cuenta que sin ni siquiera saber su nombre, ya le admiraba…

Vega


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