Siempre hemos vivido en el castillo

Siempre hemos vivido en el castillo

Shirley Jackson – Minúscula

Los castillos de los cuentos siempre tienen sótanos oscuros en los que se esconden los fantasmas. Algunos caserones tienen espíritus que se manifiestan echándose encima sábanas blancas y otros, como el de Arsénico por compasión, esconden buenas y macabras intenciones.

En Siempre hemos vivido en el castillo tres personajes estrambóticos viven encerrados en un caserón con cortinas pesadas, vajillas de varias bisabuelas y cepillos de carey. Cada vez que Marricate, la niña que cuenta la historia, baja al pueblo a buscar provisiones con las que sobrevivir en su particular paraíso, escucha cómo a su alrededor no deja de sonar una canción que todos tararean, sobre tés envenenados y familias que se ahogan con el postre.

Poco a poco vamo matizando ese punto de vista inocente desde el que vemos la historia y los personajes, que en un principio aparecen llenos de manías pero iluminados por los mejores focos, poco a poco van mostrando sus sombras, las que proyecta un pasado oscuro donde abundan los secretos. Será una visita inesperada la que rompa ese edén cuyo orden se mantenía desde hace años.

Shirley Jackson sabe, ante todo, medir los tiempos de las intrigas, como si inocular el suspense y el misterio a las historias exigiera estar bien pendiente del cronómetro. Un libro que gustará también a los lectores de Zona Reservada, nuestra selección juvenil, por su encanto oscuro y la perspectiva de su narradora.

En La Buena Vida dejamos que los libros nos saquen de los tiempos cerrados y así, cuando llega la noche, los misterios arrasan como fuegos las horas de la madrugada.

Pilar Torres

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