Un largo sábado

img_0668Un largo sábado – George Steiner – Siruela

Por La Buena Vida pasan muy buenos lectores. Por eso, en muchas ocasiones, nos dejamos llevar con entusiasmo por sus comentarios elogiosos  sobre algún libro que acaban de leer.  Aquí las recomendaciones son una vía de doble sentido. Es el caso de esta conversación entre la periodista Laure Adler y el pensador francés George Steiner.

Steiner (París, 1929) es un sabio, un políglota que tiene una visión del mundo poco convencional. De origen judío, huyó junto a su familia cuando era niño en uno de los útimos barcos que pudieron dejar atrás el ocaso de Francia en la Segunda Guerra Mundial. Aquel niño llegó a Nueva York y se formó junto a prestigiosos pensadores de la época.

Fue su padre quien lo puso en el camino angloamericano, sacándolo de la estela de la cultura francesa. Entre otras muchas cosas, trabajó para Economist. Fue en una entrevista a Oppenheimer,  el inventor de la bomba atómica, el que le brindó la oportunidad de dar el salto al Instute for Advance Study, en Princeton. Allí se impregnó de un espíritu analítico de la ciencia, y desde entonces lo ha aplicado a las Humanidades: «No se puede ir de farol en matemáticas ni en la gran ciencia: o funciona o no funciona. No se puede hacer trampa. Alguien que se atreve a engañar sobre un experimento, un resultado o un teorema está acabado».

El judaísmo es una de las piedras angulares de esta conversación. El antisionismo de Steiner, la relación distante que mantiene con Israel y sus críticas a las políticas más salvajes contra sus vecinos palestinos, le han costado un exilio voluntario en Reino Unido. Frente a las raíces que echan los árboles, él reivindica las piernas de los hombres. El autor de Errata (Siruela, 1998) disfruta de esa libertad que le ha dado la cultura, su patria, y la posiblidad de educar a generaciones de profesores que ahora enseñan en universidades de los cinco continentes.

Un largo sábado introduce de manera amena las ideas de este pensador. Explica la relación que mantiene con sus maestros. Y  los autores a los que venera como artistas, pero deplora como ciudadanos -caso de Celine-. Desconfía de Freud, aunque reconoce el valor de su trabajo.  Me ha llamado  la atención su suave machismo. No tanto,  la necesidad que tiene de volver a los textos sagrados, aun sin ser practicante.

@cercodavid

 

 

 

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