Tú no eres como otras madres

Tú no eres como otras madres
Angelika Schrobsdorff – Errata Naturae & Periférica

“Como mujer de mi generación yo era algo nuevo, insólito y sospechoso. Me salí del marco, por así decir, tenía que ser muy fuerte y hacerme mis propias leyes. Nadie me ayudó, al contrario: se me aceptaba, en el mejor de los casos, como un bicho; y en el peor, se me tenía por una degenerada.”

Así se define Else, una mujer cuya vida es un fiel retrato humano y de su género en el siglo XX. Reinventar el papel de la mujer. Esta subyugante novela emocionante, dramática y divertida al mismo tiempo tiene algunas claves que la singularizan: la idea de una mujer de comienzos de siglo que decide no asumir el papel que la familia y la sociedad le tienen determinada e inventar una nueva vida, una mujer diferente, con entidad propia. Como telón de fondo, el Berlín de los locos años 20, en el que coincidieron el espíritu y el talento de muchos grandes artistas que luego, en el exilio de postguerra, si no sucumbieron al monstruo nazi, marcaron el arte, el pensamiento y la cultura del siglo XX. Un Berlín donde se respira libertad y el deseo de cambiar la sociedad, en el que las clases altas se vuelven porosas al talento y la emoción de lo nuevo, la liberación sexual, la creación de un individuo capaz de trazar un camino propio independientemente de su origen de clase, religión…

“Era la época de las mujeres, quienes, liberadas de repente de las cadenas y convertidas en individuos autónomos, podían participar del mundo de los hombres y manifestar sus sentimientos, sus pensamientos, sus expectativas y necesidades, antes reprimidas o rechazadas. Se deshacían de sus delantales y corsés, de su feminidad azucarada, su docilidad sexual, para presentarse con vestidos sueltos y vaposoros, las rodillas al aire, boquitas maquilladas en forma de corazón y corte de pelo avaronil: seductoras chavalas, aligeradas de muchas cosas en el doble sentido de la palabra.”

Como ves, vas a asistir a una narración precisa y consciente. Pero en el segundo bloque de la novela, en el exilio de nuestra protagonista, asistiremos a la reflexión sobre la propia vida, el retroceso que supuso para este ansia de libertad la vergüenza y penalidad de la guerra y, lo que dejará un poso negro aún mayor y más duradero, la reacción de la propia sociedad, tierra y abono del animal destructivo que deja engordar los más bajos instintos en una sociedad que, incrédula, mostraba la autoconfianza basada en su cultura, su sensibilidad, su poderío financiero e industrial. Y la transformación que las experiencias extremas provocan en este espíritu libre, con sus carencias, sus anhelos y sus incongruencias.

Todo se da cita en la narración que nos describe el auge y caída de una nueva sociedad reflejada en esta familia, en esta mujer, judía, sí, que acaba: “debo de ser una judía de verdad, pues ya no necesito Alemania. Lo que recibí de ella aún lo tengo: el idioma que amo, la música, la literatura, las pocas personas a las que tenía apego y que comprendía como nunca comprenderé a personas de otros países. Pero eso es agua pasada. Ahora estoy en otra órbita. Aquello por lo que hubiera muerto me será indiferente … veo y siento demasiado lo que hay detrás de las personas y las cosas… un estado incómodo”.

Y claro, tan de actualidad, cuando toda una generación se levanta en muchos países, con el deseo de cambio, de libertad, de romper los moldes que le han sido impuestos: “siempre habrá alguien que tenga el poder para inventar nuevas putadas. Me miró sacudiendo la cabeza: – Hija mía – dijo – ¡cómo se puede ser tan negativa a tu edad!”

Una estupenda lectura, un viaje a la Europa perdida, hoy también, tanto como entonces.

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