Fin de poema – Juan Tallón – Editorial Alrevés
En El año del pensamiento mágico, el libro que la periodista norteamericana Joan Didion escribió sobre la muerte de su marido John Gregory Dunne, se pueden leer unos versos del sacerdote jesuita Gerard Manley Hopkins que hacen referencia a un suicidio. El poema dice así:
Oh, la mente, montañas tiene la mente; riscos otoñales
temibles, abruptos y no hollados por el hombre. Poco valor
[les conceden
quienes nunca los han descendido.
Siento al despertar el telón de la noche, no el día.
Y he pedido estar
en un lugar sin tormentas.
En Fin de poema, Juan Tallón narra el descenso a esos lugares insalvables de la mente en los que la mujer y el hombre toman la decisión de suicidarse. El autor de Libros peligrosos (Larousse, 2014) ficcionaliza la angustia de Cesare Pavese, el malestar enfermizo de Alejandra Pizarnik, los arrebatos sexuales de Anne Sexton y la dipsomanía emblemática de Gabriel Ferrater. Dos parejas. Cuatro poetas y el desasosiego de sentirse vivos. Para ellos la escritura es una tabla de salvación, también una herida por la que supura insatisfacción, desdicha, desamor. El alcoholismo y la farmocopea es otra sofisticada manera de ejercer la brutalidad contra cuerpo y mente.
Tallón hace de flâneur de los últimos días de estos cuatro poetas. Fabula cuando debe y echa la sal sobre la herida si es pertinente. “Cesare mira sin metafísica desde la ventana cómo se derrite la ciudad. Se derrite lentamente, igual que el sol de la infancia.” O por ejemplo: “La letra de Cortázar era lo contrario al caos. Era la seda, era la luz, era la magia, era el abrazo, era la risa. Era el trasunto perfecto de Julio”, escribe el autor de Villardevós como si la pluma se balanceara entre una melancolía incurable y una poesía comedida.
Esta narración de malditismo romántico se escribió en gallego en una breve temporada que el escritor gallego pasó en Madrid. Ahora se publica en una traducción hecha por él mismo. Igual que en sus anteriores libros, Tallón sigue con las obesiones de los escritores y todo lo que les circunda. En Fin de poema no hay respuestas, pero muestra la hoja afilada con las que el artista se hiere. Lanza hipótesis sobre el impreciso vagar que se disputan en apenas 160 páginas. Tallón tiene la cadencia del escritor malherido. Se busca en los abismos de otros escritores con una sencillez y una belleza inusual. Leerlo sigue siendo un gusto.