Los perales tienen la flor blanca
Gerbrand Bakker – Rayo Verde
Bakker tiene una prosa concisa y contenida. Sus historias mantienen una permanente tensión narrativa y un cuidado por narrar los silencios. Sus libros dejan una estela delicada en la memoria.
En esta ocasión, afronta un libro que nosotros vamos a proponer a adolescentes en nuestra Zona Reservada, el espacio dedicado a ellos en La Buena Vida. Es la historia de una familia. La madre es una ausencia después de irse con otro hombre sin dar señas. El padre es un hombre ocupado, que intenta estar en todo. Los tres hermanos, los dos mayores gemelos, disfrutan de una infancia alegre, a pesar de todo, en su casa, con su perro y la naturaleza a su alrededor. Los niños juegan creando su personalidad, y conviven asumiendo su rol en el pequeño grupo familiar.
Un accidente, hará que el pequeño se convierta en el centro de la atención de todos. De repente, su juego preferido, Negro, encontrar un sitio o un objeto con los ojos cerrados lo antes posible, se convierte en una metáfora de lo que puede acabar siendo la vida.
El libro acaba con un final triste, sí, pero Bakker no escarba en él. Simplemente lo narra y deja que la vida lo asuma. A diferencia de los horripilantes best-seller juveniles donde la muerte y la enfermedad son siempre subrayadas con música y lágrimas obvias, en un permanente insulto al lector y fomentando la aniquilación de la propia asimilación empática de las emociones, Bakker abre un campo para un agujero en una pared, cede una plaza en un coche, para que el lector, pueda vivir por sí mismo la emoción de vivir.