Nere Basabe, la literatura como refugio y rebeldía

nreNere Basabe (Bilbao, 1978) era esa niña que se sentaba al final de la clase con una novela mientras el profesor de turno emborronaba la pizarra con algoritmos salvajes y trigonometrías. La literatura era su refugio, la manera más digna de rebeldía. Lejos de que aquella desidia escolar la exiliase a la cantera de los suspensos, Basabe siempre llevó buenas notas a casa. Aunque hubo asignaturas, explica, por las que pasó de puntillas. Pasaron los años y Nere se licenció en políticas y se doctoró. Ahora presenta su segundo trabajo, El límite inferior (Salto de Página, 2015), una ficción con ecos de novela negra y giros inesperados que escribió en nueve meses, aunque llevaba años barruntando.

P- Han pasado siete años desde que publicaste tu primera novela Clara Venus (Tropo editores, 2008), ¿qué has estado haciendo durante todo este tiempo?

R- Tanto Clara Venus como El límite inferior se me ocurrieron en el mismo momento. No sé por qué decidí empezar con la primera. Soy una escritora de lenta maduración, necesito tener la idea mucho tiempo en la cabeza e ir familiarizándome con los personajes, dejar que la cosa germine y madure. Entre libro y libro me dediqué a lo que se dedica todo el mundo: a licenciarme, doctorarme, buscar empleo, cambiar de empleo y de país, a enamorarme y desenamorarme. Una vez que la novela había madurado en mi cabeza la comencé a escribir. Más tarde la reescribí, la corregí y se la pasé a los amigos. Después estuvo madurando en el cajón y más tarde tuve que conseguir un editor. Una vez que lo enconcontré esperé otro año más hasta que se publicó. Es cierto que el tiempo ha pasado, pero para mí ha sido un proceso bastante natural.

El límite inferior transcurre en La Solana, un lugar imaginario en cualquier lugar de la costa mediterránea. Todo ocurre en un fin de semana, tiempo suficiente para que la escritora vasca desmenuce la vida de sus cuatro personajes: Valeria y Víctor, una pareja que llega al pueblo para cerrar un acuerdo turbio con el concejal de urbanismo, una guía turística, Brigitte, que intenta olvidar la vida que dejó en Francia, y un artesano leninista, Breogán, un hombre  enamorado de una chica que nunca más volverá a ver. Las escenas se simultanean, se acompasan con precisión, «encajan como piezas de relojería», explica la autora, que tuvo que trabajar con esquemas que iban describiendo cada momento del día para que nada se le escapase.

P- Te mueves en un registro de novela clásica en cuanto a tiempo espacio y acción, pero el giro que das a mitad la acerca mucho a la novela de género.

R- No tenía la intención de escribir una novela negra. Y no creo que se pueda etiquetar como tal. Es una novela de personajes. Algunos que la han leído recalcan el aspecto social vinculándola a la crisis. Mi idea era explicar que la crisis antes que económica era moral. Por eso quería centrarme en la patología de unos personajes que son incapaces de salir de sí mismos. Todos se sienten culpables de algo en su vida y, sin embargo, hacen poco por enmendarlo.

Nere rompe con esa regla que ella misma da en los talleres literarios que imparte: escribir sobre aquello que uno conoce. Ella prefiere explorar y adentrarse por caminos desconocidos, explotar la literatura y sus recursos para acercarse a personajes que estén en las antípodas de sus conocimientos y sensibilidad. Como un topógrafo, un constructor o una mujer que ha intentado asesinar a su hijo. La invención es un reto. Y comprender a esos personajes con comportamientos tan diferentes al suyo, una rémora de ingenuidad que arrastra de su formación humanística.

FullSizeRender(37)Como una mano que remueve el agua del pasado hasta dar con el secreto primigenio de cada existencia, Nere alumbra las distintas experiencias que determinan a los personajes. A su manera, cada uno de ellos lidia con los desencantos que la vida le ha puesto por delante. Precisamente, el límite inferior, explica, hace mención al lastre que arrastra cada uno. Y son esos límites, precisamente, los que los que marcan su manera de estar en el mundo. En esta ocasión, nunca fue tan cierto aquello de que el hábito hace el carácter y éste, el destino. El límite inferior es una novela cargada de dilemas morales. Y la literatura, para Nere, es el medio a través del cual diseccionar los comportamientos humanos y su toma de decisiones.

P- Querías escribir una novela actual, pero tal y como han sucedido los acontecimientos en los últimos años tiene un toque histórico.

R- La primera novela que escribí era histórica. Por eso en ésta quería hacer algo más cercano a la actualidad. Aunque es cierto, a mi pesar, que se ha convertido en algo histórico porque la novela trata sobre el momento inminente antes de la crisis y se presta a hacer una lectura a posteriori. Quizá porque vivía en Francia y los reportajes que allí leía en prensa o que veía en la tv francesa indicaban que íbamos hacia el desastre. Mirando a España desde fuera la verdad que todo asustaba bastante. Fíjate que incluso la tecnología se ha quedado anticuada, los protagonistas se mandan sms. Pero es algo que no me importa. Me sorprende, a veces, cuando sucede algo, y al mes ya ves un libro editado sobre ese tema. Es el mercado, que funciona a golpe de novedades.

P- Además elegiste un narrador en tercera.
R- A día de hoy el narrador omnisciente en tercera persona tiene bastante mala prensa. Ha quedado como algo del siglo XIX superado por la postmodernidad. Lo que ocurre es que para mí es bastante cómodo. Los relatos sí puedo trabajarlos en primera persona, pero para aguantar el aliento en una novela he preferido optar por la tercera, para mí es más natural. Con un narrador así pude entrar en todos los recovecos y no tuve limitaciones a la hora de expresarme. Siento que el hecho de escribir es un acto bastante demiúrgico. Eres tú, como escritor, el que muestras o lo que lo quieres mostrar o te guardas el as en la manga.
Con un giro a mitad de novela que recuerda a El mapa y el territorio, del polémico escritor francés Michel Houellebecq, El límite inferior ha sido comparada con En la orilla de Rafael Chirbes. También se la ha querido emparentar con la escritora madrileña Belén Gopegui. Aunque Basabe se siente más en sintonía con el escritor de Las partículas elementales. «Es la referencia más clara porque lo he leído con interés en los últimos años. Es el escritor que mejor ha sabido radiografiar la actualidad», puntualiza. Afincada en Madrid, además de escribir sobre la soledad de los individuos y la deshumanización que vivimos en el siglo XXI, trabaja como traductora y colabora con El Viajero, el suplemento de el diario El País, donde escribe sobre la ciudad que mejor conoce, Bilbao. «Hay que aprovechar todo lo que sale», dice, antes de dejar escapar una media sonrisa.

@cercodavid

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