Crónica de mí mismo
Walt Whitman – Errata naturae
A Walt Whitman le crecían los versos en la barba, esa maraña donde dormían las mariposas. Su poesía vivía en sus grandes ojos azules, era el fruto del camino y los paseos de un hombre vestido de mendigo, un testigo de la Guerra Civil americana que vivió con pasión épocas convulsas, que soportó el declive del cuerpo y el aparente fracaso de sus versos.
Pero Withman no era un hombre preocupado por la posteridad más allá de Hojas de hierba, su monumental obra que reescribió y corrigió a lo largo de toda su vida y que era su verdadero aliento. Su vida estuvo marcada por la pasión más sincera, esa verdad propia que tanto nos hace admirarle en La Buena Vida. Era un hombre auténtico, cuyas relaciones eran intensas desde el primer momento, tanto que asustaba a los soldados a quienes cuidaba en los hospitales de Washington.
Sus paseos de Brooklyn a Manhattan, o su capacidad de revindicar su independencia incluso después de un derrame cerebal son muestras de la fuerza que gobernaba su interior, la que le empujaba a sobreponerse a los problemas familiares, económicos y de salud. Un fuego que se reflejaba, también, en sus relaciones con jóvenes para los que quería ser una figura admirable, un amor formulado en la sabiduría de la vida.
Crónica de mí mismo sirve como autobiografía de uno de los más grandes poetas americanos exenta de todo egoísmo, sin intentar retratar la génesis de sus grandes obras. El protagonismo lo tiene su carácter, su forma de descubrirse ante los amigos y familia, su afán vital que tocaba a todos aquellos que lo rodeaban. Una fuerza que ilumina sus líneas, que nos anima a despertar toda la electricidad que duerme en nuestros cuerpos.
Pilar Torres
Llegué a Errata Naturae por sus fantásticos ensayos sobre series de éxtio, pero he de reconocer que tienen un gran catálogo que va más allá de ese sector.
¡Me apunto este libro!