
María Gómez Lara – Visor
Si de algo se le acusa a la juventud continuamente es de desligarse de la tradición. Aunque todo postadolescente tenga al menos una pizca de contrarrevolucionario, unos instintos que le llevan a renegar de todo lo que ha conocido como establecido, es innegable que las voces y los ecos que se escuchan mientras se espera a madurar construyen lentamente un lenguaje propio, que se alimenta a partes iguales de la destrucción y lo escrito en piedra.
María Gómez Lara, de tan solo 26 años, ha ganado el premio Loewe de Creación Joven con un poemario donde la voz propia usa referentes heterogéneos de la historia de la poesía para hablar del dolor, el desarraigo de una juventud alejada del hogar, las ciudades nuevas y el poder salvador de las palabras en situaciones extremas. Un libro que comienza con una hoguera destructiva y que emprende un viaje entre cenizas.
Cada poema de Contratono se plantea como un eco ante los epígrafes iniciales, una forma de demostrar cómo la poesía llama a la poesía. Gómez Lara responde a Garcilaso, Lezama Lima, Emily Dickinson o a Blanca Varela, quien con su verso “único tono, el agua contra el agua” es la encargada de dotar de sentido a esta respuesta poética.