Daniela Astor y la caja negra

Daniela Astor y la caja negra
Marta Sanz – Anagrama

El 8 de mayo pasado Marta Sanz presentó esta novela en n(v)uestra librería abarrotada de gente, lectores, amigos, autores, editores. La fiesta era necesaria, porque Marta nos presentaba un libro que, una vez leído lo sabemos, tendrá felices lectores.

Merece leerse porque combina diferentes estilos narrativos, adaptándose en cada caso al efecto deseado, a lo que la historia necesita, ya sea el relato en primera persona o el formato casi periodístico.

Con una empatía raramente leída, nos introducimos en el mundo infantil de la protagonista donde se mezclan los sueños, la fantasía, los deseos, el despertar sexual, la amistad, la creación de la consciencia de uno mismo. El amigo invisible es en este caso uno mismo, el que se desea ser, cuyos pensamientos acompañan a la protagonista y conviven con su personalidad real, de la que no puede huir por mucho que se esconda en la leonera de la abuela.

Por otro lado, la vida en los años de la transición nos une a las nuevas ambiciones personales, donde todo parece posible, donde los roles, sobre todo el de la mujer, se disponen a saltar por los aires. Y estos deseos conviven con una sociedad que quiere cambiar, pero que sigue siendo fundamentalmente la misma, y que debe enfrentarse, como la madre de la protagonista, a la alternativa de abortar lo que no se desea y ser fiel a uno mismo o aceptar un entorno que traza un único relato posible para cada vida.

Alternado con esta historia central, asistimos divertidos, intrigados y sugestionados a un documental. Como José Sacristán cuenta una película a María Valverde en Madrid 1987, Marta Sanz crea un cinexín, un telexín, en el que nos permite ver, gracias a nuestro pasado visual común, páginas de la historia de este país: el destape, la liberación sexual, la prensa rosa, la pornografía periodística …

Nuestro ministro de injusticia rescata las peores pesadillas de un estado que juzga el bien moral, y condena la libertad de la mujer, mientras él mismo goza de su propia libertad sin límite, la que le da el dinero y el poder cínico. Por eso, el trasfondo de una novela donde una mujer se enfrenta al aborto sin épica, pero con la convicción de que es la única que puede decidir si quiere ser madre, es más que oportuno hoy, y también cuenta al valorar la novela. Sobre todo, porque se incluye como un bonus track de una obra que rezuma ambición literaria, y es capaz de transmitir valores, de la mejor forma posible, a través de la historia natural de unos personajes tan reales como nosotros, tan falsos, como los que vemos en la televisión.

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