Íñigo Domínguez
Libros del K.O., 2019

Este es un libro de crónica periodística fruto de una paciente investigación y recopilación de datos policiales y judiciales en publicaciones en medios y bibliografía especializada y testimonial sobre la cruel realidad del poder paralelo de la mafia y su preclara capacidad para sobrevivir a los cambios sociales y políticos e introducirse en todos los niveles de nuestras sociedades (no solo de la italiana).
Este es un libro de crónica periodística fruto de una paciente investigación y recopilación de datos policiales y judiciales aparecidos en medios y bibliografía especializada y testimonial sobre la cruel realidad del poder paralelo de la mafia y su preclara capacidad para sobrevivir a los cambios sociales y políticos e introducirse en todos los niveles de nuestras sociedades (no solo de la italiana).
Un libro divertido, si es que el tema lo permite, pero no porque el autor juegue, como es bien habitual, a esa increíblemente exitosa dignificación del delicuente, sino porque se advierte de un modo permanente, entre líneas, la resistencia intelectual y moral para la que el humor es el mejor aliado cuando se consigue espantar al cinismo.
Vamos a conocer los pueblos, los nombres, los crímenes y las cifras en una especie de letanía que va produciendo un peso en los hombros del lector hasta que consigue que este se descubra diciéndose “pero esto no puede ser”, “cómo es posible”…
Hay un emocionante espacio para el verdadero heroísmo de nuestra sociedad, el del profesional que “lo único” que quiere es hacer su trabajo con horadez y que no está dispuesto a agachar la cabeza, a mirar para otro lado, pero no por valentía, sino por esa conciencia de que uno es lo que hace y no tiene en el fondo otra salida para ser uno mismo que hacer lo que debe, haya lo que haya a su alrededor.
También una mirada realista a la patética vida de la mayoría de los miembros de las familias, a esa miseria moral que acaba impregnando todas las facetas de sus vidas y a la marca dramática que acaba sobre la piel de todo su entorno, incluido al que pretenden dejar fuera del negocio. Los Soprano dio lecciones de esto y, desde este “paletos” del título hasta los detalles de muchos ascensos y caídas, se vislumbra la falta, no solo obviamente de humanidad, sino de unas mínimas capacidades para hacer otra cosa o hacerlas de otro modo, como los animales.
Pero ante todo, las crónicas crean un fresco brutal y avisan: cuando no los ves y no se habla de ellos, es que el negocio va bien, pero el germen, la naturaleza que lo genera, está en todas partes. También aquí.