Noches insomnes

Elizabeth Hardwick, con traducción del inglés de Marta Alcaraz, para  Navona, 2018

Noches insomnes, de Elizabeth Hardwick, con traducción del inglés de Marta Alcaraz, para  Navona

En La Buena Vida somos insomnes regulares. Durante una temporada, nos contábamos la hora a la que nos habíamos despertado esa noche con cara de felicidad, como si le pudiéramos ganar tiempo a la vida mientras el resto había perdido la conciencia. Yo no necesitaba más de dos minutos de sentirme despejada para encender la luz con la sonrisa infantil de indagar territorios vedados. En cuanto abría el libro, me imaginaba una película donde se pudiera ver a mis compañeros con el mismo gesto con el reloj marcando los mismos puntos de su mapa.

El insomnio no suele tener causas tan felices, sino que responde al silencio que se le ha impuesto a alguna parte de la vida. Elizabeth Hardwick intenta encenderle la luz a muchos de los temas que se han cruzado en su vida, como si pudiera poner farolas en sus carreteras secundarias. Fundadora del NYRB, crítica literaria antes que novelista y por encima de todo neoyorquina, esta escritora crea una novela sobre una ciudad sobre la que aún llegaba la luz natural por las ventanas y los neones acompañaban en las noches en vela.

Cada uno de los capítulos de este libro gravita en torno a un gran tema que despierta a la voz narradora, desde el matrimonio, la temporada en Europa, las parejas del bajo Manhattan, los recuerdos del Gran Sur y, con un brillo especial, el humo y las luces de los locales de jazz de los años cuarenta, con un retrato y persecución de Billie Holliday, la estrella negra del libro. Como si fuera Shadows de John Cassavetes, Noches insomnes nos hace recorrer calles mojadas, palpar las pocas monedas que quedan en nuestro fino abrigo incapaz de afrontar el invierno y respirar el hielo en el aire de una ciudad capaz de dar todo mientras borra las seguridades más buscadas. Pilar Torres Vicente

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