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Paul Auster
Traducción del inglés de Benito Gómez Ibáñez
Seix Barral, 2017

Todo lo que leáis sobre la novela de Auster es verdad: es muy larga, de hecho, más larga de lo que aparenta, puesto que el formato es grande y apenas hay diálogos; también hay partes que podrían haber sido aligeradas, especialmente las referentes a las revueltas de universitarios como protesta por la discriminación racial y la guerra de Vietnam (no, no, la novela no está ambientada en la actualidad… pero es curioso, ¿no?), y también es verdad que uno se queda, y parece mentira, algo huérfano cuando termina de leer, y a eso lo han llamado un final débil «tipo Auster».

Pero aunque todo eso no sea mentira, lo cierto es que cada uno de esos posibles defectos es fiel reflejo de la calidad de la novela y lo estimulante de recorrer mil páginas de cuatro y una misma vida: la novela es realmente ambiciosa en longitud y estructura, pero nunca pedante ni pretenciosa; las referencias precisas a un contexto temporal de la norteamérica de los ’60 no deja de ser un guiño a la situación actual; y sí, cuando terminas las mil páginas, querrías más.

4 3 2 1 es un ensayo sobre la identidad. La vida te lleva muchas veces a pensar: y si hubiera hecho esto de otra forma, si me hubiera pasado esto, si no hubiera conocido a tal o cual, si no hubiera dejado pasar… Sólo la madurez te hace ir percibiendo que tu identidad está construida en base a pequeñas decisiones, azares, relaciones y, sobre todo, a tu capacidad para encontrar quién eres e ir teniendo la consciencia de una forma propia de andar en el mundo, haga este lo que haga con nosotros.

Disfrazada de costumbrismo, el libro repasa la vida de un chico judío de Nueva York (aunque comience la vida en New Jersey, siempre está NY) hasta su edad adulta, su madurez profesional y personal. Lo hace de forma cronológica, pero alterna cuatro posibilidades vitales, cuatro narraciones, que van superponiéndose de una forma natural, aunque se señalen con una numeración para lectores en Metro, pero que un lector atento va transitando sin dificultad a pesar de que las relaciones del protagonista con las personas de su entorno sufren infinidad de matices y diferencias que van superponiéndose como capas de una cebolla. En el variado tránsito vital, se incluyen, como en cualquier carrera de caracoles de nuestra infancia, la opción de que el corredor se salga del circuito, claro.

Pero la prosa paciente de Auster consigue a través de los pequeños detalles ir construyendo un relato natural, rico, creíble y honesto de la vida de un individuo, quizás él mismo, mostrando la importancia en nuestra vida del amor romántico y familiar, de la vocación, de la introspección que nos distingue de los animales.

Es sin duda una gran novela para haber leído en verano, aunque el traductor no sepa nada de deporte, que merece el esfuerzo y que merece una reflexión posterior sobre nuestra propia existencia. Es la novela de un escritor maduro que deja los artificios a un lado para someterse a la necesidad de sus personajes y de la historia que desea contar, con un trasunto ambicioso entre líneas, que nunca pesa negativamente en la historia. Ahora que a la gente le da por correr a los cuarenta, por maratones que antes no veía ni por la tele, este es un ejercicio de resistencia que nos hará lectores más fibrosos y quizás, personas más conscientes de nuestra propia existencia.

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