Pequeño Vampir

Pequeño Vampir

Joann Sfar – Fulgencio Pimentel

En el prólogo de estas nuevas aventuras de Vampir, el ser con las mejores noches en vela de la historia del cómic se cansa de ser adulto. Y como los vampiros no envejecen porque ya están muertos, solo tienen una opción: volver a la infancia para no ser grandes Cantamañanas.

Vampir se convierte en un niño de menos de un metro, cansado de estar en casa con los adultos y con ganas de ir al colegio a aprender y conocer amigos. Pero claro, las noches son para descansar en camas calentitas, no para compartir lecciones de matemáticas con monstruos y fantasmas. El pequeño vampiro, que es muy pasota pero aplicado, le hace los deberes a Miguel y de ahí surge una amistad donde no faltan aventuras y vuelos nocturnos.

El protagonista de estas aventuras donde se bebe más chocolate que sangre abandona aquí sus devaneos amorosos y se entrega a la aventura pura, en mundos alucinados donde los monstruos son grandes pero no dan miedo, donde ser pequeño y tener cara de no ver el sol suma puntos para convertirse en el héroe salvavidas, ya sea en los mundos que se esconden en los cuadros  o en los sueños japoneses.

En La Buena Vida se reciben con una alegría especial los libros que se devoran para engordar la felicidad. Y Pequeño Vampir es uno de esos perfectos para tirarse a la bartola, abrirlo con ansiedad y sumergirse en mundos y aventuras para zurdos fatasmales. Una lectura perfecta para desafiar las normas y pasar las noches en vela.

Pilar Torres

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