
Gilles Lipovetski – Anagrama
Cada tiempo tiene un aroma que marca cada uno de sus gestos. Gilles Lipovetski, que el año pasado ya nos trajo a La Buena Vida un ensayo gigantesco sobre la moda y la estética como las marcas de nuestros días, fabrica en De la ligereza la mezcla de todas las esencias: las industrias modernas, la cultura, la moda, el arte, el amor o la política van sedimentándose entre sus páginas para exaltar la legitimidad de lo ligero y desenmascarar el uso perverso que se hace hoy en día de esta necesidad antropológica.
Este ideal del buen vivir que es la ligereza, con el que curar el peso de la vida, se convierte en una máscara bajo la sombra del capitalismo. Es una utopía light basada en lo frívolo, el cambio continuo y la inconstancia y, así, el poder económico utiliza esta necesidad antropológica de tomar aire para conquistar el terreno de la ética. Impone una ética de la satisfacción inmediata que genera una cultura del entretenimiento no ya basada en la búsqueda del sentido y el conocimiento, sino en la evasión, el ocio y el derecho a la despreocupación. La memoria pierde su valor para dárselo al espectáculo, a la moda que seduce por su apariencia, provocando que el placer ya no sea una búsqueda intelectual sino de consumo. Ver más, escuchar más, disfrutar más antes que adentrarse en la oscuridad y ver mejor y explorar los detalles, porque esta ligereza superficial se convierte en asesina de lo sublime.