De la ligereza

De la ligereza

Gilles Lipovetski – Anagrama

Cada tiempo tiene un aroma que marca cada uno de sus gestos. Gilles Lipovetski, que el año pasado ya nos trajo a La Buena Vida un ensayo gigantesco sobre la moda y la estética como las marcas de nuestros días, fabrica en De la ligereza la mezcla de todas las esencias: las industrias modernas, la cultura, la moda, el arte, el amor o la política van sedimentándose entre sus páginas para exaltar la legitimidad de lo ligero y desenmascarar el uso perverso que se hace hoy en día de esta necesidad antropológica.

Desde la Grecia clásica, la ligereza es el camino por el que acceder al placer de existir, el vehículo con el que podemos estar en el mundo como lo hacen los dioses. Su máxima expresión es la alegría, ese viento que se siente cuando, como decía Spinoza, nuestra fuerza vital está en su apogeo. Hasta la risa, el gesto más puro de felicidad, se transforma hoy en día en otra máscara y pierde su naturaleza comunicativa: ya no es esa forma de acabar con la distancia que nos separa del otro que describía Bergson, sino que cada vez se ríe menos y sin escándalo. La felicidad se ha acabado convirtiendo en un objetivo imposible de satisfacer, provocando que la vida se cargue con el peso de la decepción, porque nunca es lo suficiente ligera, ni divertida, ni móvil.

Este ideal del buen vivir que es la ligereza, con el que curar el peso de la vida, se convierte en una máscara bajo la sombra del capitalismo. Es una utopía light basada en lo frívolo, el cambio continuo y la inconstancia y, así, el poder económico utiliza esta necesidad antropológica de tomar aire para conquistar el terreno de la ética. Impone una ética de la satisfacción inmediata que genera una cultura del entretenimiento no ya basada en la búsqueda del sentido y el conocimiento, sino en la evasión, el ocio y el derecho a la despreocupación. La memoria pierde su valor para dárselo al espectáculo, a la moda que seduce por su apariencia, provocando que el placer ya no sea una búsqueda intelectual sino de consumo. Ver más, escuchar más, disfrutar más antes que adentrarse en la oscuridad y ver mejor y explorar los detalles, porque esta ligereza superficial se convierte en asesina de lo sublime.

Lo ligero es el dictador de la estética de la sociedad, es la marca de su apariencia. La belleza, el cuerpo, los objetos, el arte, la política o el amor se consagran a la sencillez de sus formas, pero bajo esta capa de maquillaje crece el peso de los recursos energéticos, de la dictadura del físico, de la sospecha y la vigiliancia como medio de supervivencia. Lipovetski pasea por todos los temas claves que nos construyen como humanos modernos y los hace girar para encontrar sus caras positivas y los puntos de vacío porque, como todo, la vida siempre mejora arrastrando el humo que extienden el terror y el vacío.
Pilar Torres

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