
Gertrude Stein – Alfabia
De Gertrude Stein cualquiera conoce la afirmación de que una rosa lo es hasta el infinito y el retrato que le hizo Picasso. Pero, además de sus días como la coleccionista más importante de las vanguardias parisinas, con su tertulia y salón lleno de cuadros, Stein fue ante todo una renovadora modernista de la lengua, porque para ella el lenguaje no era un óleo con el que pintar las referencias sino la trementina que diluye y crea la conciencia.
Ida fue publicada en 1941, cuando Stein ya era una mujer de fama y respeto. En esta novela sigue la estela de sus primeras novelas, que tenían una tremenda carga autobiográfica, y hace un retrato difuso, de nieblas y desapariciones, sobre su niñez y juventud en Estados Unidos y el punto y final que supuso el viaje a Europa.
Para Ida toda la vida es un constante juego de piezas que encajan por alguno de sus bordes, unas veces mejor que otras. Esas piezas son las personas, reales o especulares, con las que va compartiendo párrafos, que aparecen de improvisto y nunca se despiden. Son como los perros que la acompañan desde su infancia, desde Amor y su mirada triste, como los desconocidos que murmuran quién es Ida, la admiran y siempre esperan que vuelva, aunque ella solo pueda moverse a la fuga.
Una novela que reflexiona sobre la identidad, sobre los cambios y los paisajes que crean nuevas sensibilidades. Sobre la decepción y la culpa, el abandono, la soledad y las noches donde las paredes ahogan, porque “cualquiera se puede marchar, cualquiera puede pasear y cualquiera puede conocer a alguien nuevo”. Un libro que, como un hechizo, se despide de la juventud despojándose de piezas, porque “para que algo suceda es preciso elegir”, aunque sea a la deriva.
Pilar Torres