Hermano de hielo

Hermano de hielo
Alicia Kopf
Alpha Decay, 2016

Alicia es una mujer joven, artista independiente, futura red de la dependencia de su hermano mayor, autista.

Vive la lucha por encontrarse a sí misma como una exploración polar, rodeada de hielo, el hielo y el frío que a veces encuentra reflejo en sus relaciones familiares y sentimentales.

Este es un libro, un viaje a la formación de la identidad que, buscando la independencia, se encuentra dependiendo y pendiente siempre de alguien más y por todo ello, recibió el año pasado el Premio de los Libreros Catalanes.

Pero esta lectura no es nunca lo que parece, como la visión de un iceberg, esconde bajo la superficie más de lo que muestra.

Un gran trabajo literario y un mundo intelectual rico y reflexivo del que en La Buena Vida seleccionamos pequeñas piedras de hielo, por si terminan de convencerte de que debes ponerte las botas y el abrigo … de leer:

“Louise Boyd, rica y sin familia, se dedicó a participar en la vida social de la ciudad. Pronto la aborreció, y el sueño del Norte, acariciado desde la infancia, se volvió recurrente. En 1924 inició una serie de viajes árticos empezando por Noruega, donde vio por primera vez los fiordos que tocaban el casquete polar. En ese viaje a las costas de Spitsbergen, al vislumbrar de lejos las masas de hielo, dijo:
«Yo quiero estar ahí, mirando hacia afuera, en vez de aquí, mirando hacia adentro».

Miro hacia afuera o miro hacia adentro?, me pregunto al verme reflejada en estas palabras. Nos leemos a nosotros cuando leemos a los demás? Es hacia dentro o hacia delante donde miramos cuando escribimos?” (pág.80)

“Mueren dos personas, una madre de ochenta y dos años y su hija discapacitada de cuarenta. A la muerte de la madre, por causas naturales, sigue la muerte de la hija discapacitada, por inanición. ¿Vivían solas, aisladas, en el Polo Norte?

No, vivían en mi país. “(pág.79)

“El primer año de facultad descubro el arte conceptual, aunque me parece algo que no puedo permitirme tan pronto. Me dedico a aprender a conciencia el oficio de pintora, confundiendo la técnica con el arte. Al fin y al cabo, cuando se es muy joven y se tiene poco que decir, uno puede hacer dos cosas: hablar con el corazón y sin técnica, cosa que conlleva el riesgo de decir lo que miles de personas han expresado antes mejor que tú, o concentrarte en las referencias, los medios y las formas.” (pág. 110)

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