
Anne Carson – Pretextos
Las civilizaciones se construyen sobre capas y capas de detritos pasados. En esos suelos de milhojas, se quedan colgadas palabras que narraban historias, mataban monstruos y viajaban por los confines de mares e ínsulas. De ellas solo se puede comprender su eco, porque pertenecen a obras de las que no conocemos ni el principio ni el fin. Solo quedan frases que cautivan con su lejanía, aunque probablemente no pertenezcan ni alos momentos más climáticos ni a las introspecciones más profundas.
Autobiografía de Rojo se asoma a este abismo de restos inconexos para que esos ecos encuentren su resonancia en el mundo de hoy. A partir de los fragmentos que se conservan de Estesícoro sobre la historia de Gerión, Carson reescribe el mito en un mundo moderno, reconstruyendo la Gerionesis mediante entrevistas a su autor, versos de apoyo para las piedras del pasado y, como si fuera un gran templo dórico, una novela en verso sobre el personaje.
Gerión le sirve a Carson de disfraz monstruoso con el que adentrarse en una reconstrucción de su propio pasado. El monstruo rojo, que en la mitología griega fue una de las doce pruebas a las que tuvo que enfrentarse Heracles, sufre esta vez el impacto de una flecha no bañada en el veneno de Hidra, sino por la amarga contradicción de Eros.
A lo largo de toda la novela, Gerión va enfrentándose a las contradicciones del cariño: el menosprecio y abuso de su hermano, el amor protector de su madre que arropa y ahoga y, sobre todo, el enamoramiento por Heracles y la herida del abandono que, como un volcán, renace años después con otros tintes distintos.
Pero Autobiografía de Rojo no es una mera historia de amor. Gerión es un monstruo incapaz de entenderse a sí mismo y no puede más que lamer sus heridas, esconder sus alas rojas y buscar su refugio frente al mundo en una coraza moderna: la fotografía. Con ella se adentra en instantes de violencia, por ella viaja y es, al final, la excusa para verse en la lava roja con la excepcionalidad de su silencio.
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