El playboy. Memorias en cómic
Chester Brown – La Cúpula
Es difícil que la memoria conserve una historia sólida de la infancia. Acaso un esbozo, brochazos que difícilmente soportan la linealidad en el tiempo. Por eso la adolescencia deviene en el último reducto del hombre. Vivir plenamente, sí, en todas las etapas de la vida, pero recordar la adolescencia como ese campo -de minas- que se atraviesa a conciencia sin saber que un día el camino se acaba. Aunque de eso nadie avise. Y si lo hacen, basta con no escuchar.
Chester Brown (1966, Montreal) ha llevado al cómic una experiencia que lo marcó cuando frisaba los 15 años. El autor de Pagando por ello (La Cúpula, 2011) narra su descubrimiento de la revista Playboy. Chester es un chico delgado, de melena asalvajada y con la cara cincelada por los granos típicos de la edad, que descubre las mujeres exuberantes que la publicación norteamericana ofrece en sus portadas, y en su interior. A partir de ese momento, el púber Chester se moverá por impulsos, a golpe de testosterona, haciendo de su obsesión un viaje hacia el mundo de los adultos.
Esa sensación de estar en terreno de nadie, solo ante el abismo, mientras se inicia en el sexo, y comienza la exploración de un mundo nuevo, plagado de tabúes, de medias verdades y de erotismo son algunos de los momentos que recoge el autor en este cómic directo y autobiográfico. La mujer se convierte en objeto de deseo, en una obsesión. El miedo y la vergüenza a ser pillado con un ejemplar de la revista hace que haya momentos cómicos, terribles para él. Chester logra transmitir la inseguridad y lo trascendente que ciertas experiencias pueden ser para alguien que pisa terreno adolescente.
El playboy es un cómic de iniciación donde la vergüenza, el temor y el sentimiento de culpa no son suficientes para que un joven siga sus instintos. A esa edad todo debería ser fácil, pero vivirlo en primera persona es otra cosa, ¿o es que acaso ya nadie se acuerda?