La primavera anega la ciudad como si ésta fuera un campo de amapolas. Es tiempo de ver florecer los jardines, sacar a la calle la voz adormilada, abrir todas las ventanas y dejar que en el aire borboteen los acordes de lo nuevo. Es por eso que en La Buena Vida buscábamos a un autor/a que nos trasmitiera ese colorido incipiente, esa fuerza acuosa y brillante que promete el mes de mayo. Y nadie como Cristina Morales para representar este espíritu de sol aguerrido para la sección de Nuevas voces.
Con La merienda de las niñas (Cuadernos del Vigía, 2008) Morales puso a prueba su talento como narradora. En ella maniataba un conjunto de relatos de temas muy variados con resultados diversos. Más tarde, con Los combatientes (Caballo de Troya, 2013), la escritora andaluza trató la precariedad de los jóvenes. Bajo la atenta mirada de Constantino Bértolo, el teatro y la política le sirvieron de mimbre a Morales para armar su capazo literario. Ahora, con su último trabajo, Malas palabras (Lumen, 2015), se mete en la piel de Santa Teresa de Jesús, hábitos incluidos, con la intención de formular hipótesis de lo que pudo ser la cara b del pensamiento de una de las mujeres más valientes de los últimos 500 años.
Nacida en Granada (1985), Cristina Morales se licenció en Derecho y en Ciencias Políticas. Como otro de nuestros seleccionados para esta sección, Ben Clark, la joven escritora también pasó por la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores durante el curso 2007-2008. Ha sido galardonada con el Premio INJUVE de narrativa 2012, además de ser finalista del X Premio Booket de Relato Corto, entre otros. Sus cuentos se han recogido en antologías como Última temporada. Nuevos narradores españoles 1980-1988 (Lengua de Trapo, 2013). Aunque del Sur, ahora reside en Barcelona, como una melusina de primaveras que busca el mar y la europeidad.