Manuel Vilas – Visor
Arrastra Manuel Vilas un halo de santo o de demonio. Depende del poema que leas de él. Si con El luminoso regalo (2013) puso el escritor maño sobre papel su teoría novelada del sexo, con este nueva publicación, invita al lector a entrar en un mundo Vilaniano -que no dylaniano- donde la muerte, el amor, los viajes, España, el alcohol, el dinero, la familia y la figura paterna, entre otros temas, forman este poemario ganador del XVIII Premio de Poesía Generación del 27.
Rememorando la película dirigida por Oliver Hirschbiegel, en la que se muestra la caída del III Reich y el suicidio de Adolf Hitler en su búnquer, Vilas narra otra caída: la del personaje que puebla estos poemas. Con un “ya nadie me quiere”(22) la voz poética te lleva por unos versos que rozan lo narrativo. Más que el lirismo, es el humor, el cinismo y el delirio los que dan forma a El hundimiento.
“Incluso por cincuenta te como el incomible coño.”(73), le canta el poeta a la Nobel de literatura, Alice Munro. Antes del cunningulis poético, Vilas ha pasado por la Segunda Guerra Mundial. En Baudelaire y el mal, una cena de amigos y grandes bebedores puede convertirse en la batalla de Stalingrado. Más que una gran borrachera, parece una cena aderezada con LSD.
“(…)Érais nueve, y empezasteis bebiendo
unos blancos del Somontano muy frío,
muchas botellas fueron cayendo como soldados
en el frente de Normandía, qué bien, completamente
muertas las botellas y completamente muertos
los imberbes soldados, que se jodan ellos y sus familias,
que reviente la tierra, regada de sangre,
de humeante sangre de los hombres malditos o benditos,
da igual, es lo mismo, todo muere, todos morimos.(…) 38
El escritor zaragozano, todavía bajo los efectos de la borrrachera poética, le echa en cara a Borges que “nadie ha follado leyendo un cuento” suyo. En cambio, cualquiera ha mantenido relaciones sexuales con los Who como banda sonora.
La voz poética de Vilas llora, sobre todo, a su padre, pero también a su madre. En un bello poema titulado 974310439, el poeta confiesa su amor a la madre muerta, su torpeza de hijo y acaba reprochándole no haber dejado algo de dinero para pagar el entierro.
Manuel Vilas tiene una voz personal y reconocible. ¿Un estilo? Sus poemas son la expresión de la libertad creadora. Escribe sin tapujos, sin barreras. Todo es susceptible de entrar en uno de sus poemas. Vilas es ese poeta que se puso a remar en el Ebro y acabó cruzando el Misisipi.
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