Ciudad abierta

Ciudad abierta
Teju Cole – Acantilado

Este año nos hemos propuesto leer, en la medida de nuestras posibilidades,  libros de escritores jóvenes. Y lo hemos hecho porque hemos tomado consciencia de que la vejez llamó a nuestra puerta y, una vez que la abrimos, ha entrado en casa para quedarse. Teju Cole, un multidisciplianar creador americano criado en Nigeria, escribe este libro con treinta y cinco años y supone la primera muestra de brotes verdes en esta vida de miserias que nos están preparando. No son solo brotes, con Ciudad abierta, hemos paseado por un jardín extenso, lleno de ideas brillantes, poblado de paseos estrechos que nos permiten ver las historias y los personajes desde diferentes ángulos y disfrutar de cada uno de ellos.

Lleno de rincones, donde poder disfrutar de un descanso que nos aporta nueva sabiduría y energía:

«Me parecía que la falta de familiaridad con la muerte en masa, la peste, la guerra y la hambruna era nueva en la historia humana… Somos los primeros humanos sin la menor preparación para el desastre. Vivir en un mundo seguro es peligroso.»

«Uno tiene que ponerse una meta y debe encontrar una forma de cumplirla exactamente, sea lanzarse en paracaídas o desde un acantilado, sea sentarse una hora y quedarse completamente inmóvil, y por supuesto que la forma de cumplirla ha de tener su belleza.»

«Experimentamos la vida como un continuo y sólo una vez que declina, una vez que se vuelve pasado, vemos las discontinuidades. El pasado, si existe, es sobre todo espacio vacío, grandes extensiones de nada en las cuales flotan personas y acontecimientos significativos»

Y así, disfrutando de esos rincones, paseamos por un torrente narrativo donde la ciudad, sea  Nueva York o Bruselas, se construye como escenario de vidas individuales que merece la pena estudiar como un entomólogo que pusiera nombre a cada hormiga.

Ciudad abierta es un extraordinario libro en el que, como debieran hacer los perfumes, se nos muestra la vida en un extracto de esencia que cuando uno abre, nos embriaga y nos acompaña donde vayamos. Una narración con vueltas al pasado, descubrimientos sobre nosotros mismos que no esperábamos tener que volver a cruzar, lleno de sabiduría y con un pulso narrativo de gran maestría que nos recuerda al Saul Bellow de El planeta de Mr. Sammler.

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