Días bajo el cielo
José Ignacio Foronda – Pepitas de calabaza
Únicamente en otra ocasión, con los Ensayos de Montaigne, hicimos esta apuesta y la ganamos: abre el libro por cualquier página y lee. Montaigne es único y no le vamos a buscar competidor. Pero este pequeño y sensible libro nos ha hecho repetir la apuesta: abre por cualquier página y disfruta. Cualquiera.
Tanto es así, que buscando citas para extractar, nos encontramos con una selección tan grande, que temíamos delinquir la protección de derechos de autor.
Es el libro de un pequeño observador de la vida, rural y familiar sí, porque es la que tiene cerca, pero que nos descubre una sensibilidad y capacidad expresiva como pocas. Una mezcla de haikus, reflexiones costumbristas que habrían encantado a Azcona, lirismo, inteligencia y humor que lo convierten en un libro delicioso para llevar de paseo y para regalar.
El abuelo, azada en mano, cruza la ventana. Aunque me consta que presume de pimientos y tomates, y que los regala por docenas a todos los que vienen a visitarle, no sé si está orgulloso de su huerta. Una huerta como esta puede dar sentido a una vida, pero también el suficiente trabajo como para olvidar eso mismo. Más de una vez he pensado que escribir poemas era como cultivar un huerto. Hoy mi lírica es un erial, envidio al abuelo. Si mi pluma valiera su azadilla …
Se leve y dejar huella, igual que los gorriones en la nieve.
Llegamos, besamos, comemos, tomamos café. Los niños juegan al fútbol con el postre en la mano. La familia habla. Yo le pego un vistazo al periódico. La tarde cae. Ni tiempo para la soledad ni tiempo para el enigma: solo esta nota apresurada para dejar constancia de mi desacuerdo con el dia.